martes, 7 de junio de 2022

La adivina.

 Me llamó la abuela para decirme que el señor Li me ha denunciado por haberle proporcionado una terrible jaqueca y ha tenido que guardar cama, cosa que le ha impedido ir a trabajar y no ha podido vigilar, ni a sus empleados ni a los compradores que, si no les tienes el ojo encima (ha dicho ¿?) se llevan hasta el papel de la pared. 

- ¡Qué cosas! - "Yo que tu no estaría tan tranquila porque quiere ponerte una demanda millonaria con la que resarcirse de lo robado." - Pero ¿le han robado? - No sé si ha hecho inventario pero está casi seguro al cien por cien porque, según le contaron sus trabajadores, la Cotilla se pasó en la tienda media tarde" - ¡Huy, lagarto, lagarto!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya has abierto la lata de fabada? Es que tengo prisa por llegar al lugar del trapicheo. - ¿Ha encontrado algo en la calle? - ¡¿Cómo lo sabes?! - Espere, espere, voy a darle más detalles: - Y estaba cerca de la tienda de los chinos del señór Li. - ¡No me lo puedo creer, boba de Coria! ¡Lo has adivinado! ... Seguimos con el juego. Ahora te lo pondré más difícil ¿Qué he encontrado? - Estoooo... ejem, ejemm... ¡Un saco lleno de gatos chinos que mueven el brazo para saludar. - ¡¡¡BINGOOOOOOO!!! 

La vecina estaba entusiasmada. - ¡Tienes un don y hay que explotarlo! Ven ésta tarde al trapicheo y adivina el porvenir a quien te lo pida. A tres euros la pregunta y si la cosa va bien, a medianoche subimos a cinco.

Después de la fabada, la digestión, el calor y el sopor se aunaron para hacernos dormir a pierna suelta en medio de un mar de sudor. - ¡Abre el bal-balcón, jodía! - La cristalera obedeció a regañadientes. - Necesito un abanico ¡Mi reino por un abanico! (clamó mientras se secaba las gotas que corrían por casa para ir a desembocar al mar) - A pesar de sus gritos, no nos despertó

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