Estoy refugiada en casa, sin poder salir al balcón, porque una pareja de gorriones me ha declarado la guerra. Sobre todo ELLA. Menuda pájara está hecha la muy jodía.
Y todo por ser amable y hacer lo que hubiera hecho una persona de bien como yo. Vi que habían puesto un huevo sin haber terminado el nido. - Pobrecitos (me dije) - Y salí a comprarles un nido prefabricado. Lo coloqué en la rama donde viven, lo llené de ramitas y puse el huevecillo en todo lo alto.
Sintiéndome más feliz que una perdiz por la buena obra hecha, entré en casa para celebrarlo con un chinchón on the rocks y al salir, de nuevo al balcón la citada pareja, en vuelo rasante, me atacó como si fueran misiles... Ahora tengo un ojo morado.
Miré el nido ¡estaba vacío y las ramitas esparcidas por la acera. - ¡¿Qué ha pasado aquí?! (me pregunté en voz alta) - ¡Eres una metementodo! (gritó el árbol de la calle) ¿Te han invitado a decorar su hogar? ¿No, verdad? Pues vive y deja vivir. ¡Que disgusto les has dado a la parejita. - Era por ayudar...
Ahora estoy en casa, con la cristalera y las ventanas cerradas y sudando la gota gorda. Que suspicaces son esos pájaros... y los demás. Todos protestan por el calor que hace. Hasta Pepe el jibarizado le caen las gotas de sudor por el ojo-catalejo - ¡¡¡OOOOOOOOOOOO!!! (dice, enfadadísimo)
En lo alto de las cortinas del comedor, mi primer abuelito me aconseja que solvente la situación con los gorriones o no volverá hasta que lleguen los fríos. - ¡Hace más calor aquí que en el Infierno! - ha dicho antes de desaparecer mojado de sudor como un pollo.
Finalmente, y a sabiendas que debo doblegar mi orgullo a pesar de tener razón, he sacado un pañuelo blanco para parlamentar y en son de paz. La discusión ha siso larga y hemos llegado a un acuerdo que me va a salir caro. He prometido que no me inmiscuiré en la vida de los gorriones y que ¡todas las mañanas tendrán ensaimadas para desayunar! ¡Me voy a arruinar! Y encima, tengo la sensación de que el Juez, o sea el árbol de la calle, no ha sido imparcial pero ni tanto así ¡Ah,! y encima, tengo que escucharle toooodos los días cuando cante como hace ahora con El negro zumbón: ¡Ya viene el negro zumbón, bailando alegre el bayón, replica la zambomba, llama a su mujeeeeer..... ¡Teeeeeeego ganaaaas de bailar el nuevo compás...
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