viernes, 14 de abril de 2023

De ilusión también se vive.

Después de andar zascandileando por Palma, disfrutando de  la buena (o mala, según se mire) temperatura veraniega, me di cuenta de que alguien me estaba siguiendo.

Seguí caminando, reduciendo la velocidad de paseo al paso de oruga pero nada cambió. Pensé alborozada, que había ligado ¡por fin alguien reconocía mis méritos, belleza, son de gentes, etc. etc.! ¿Quién sería mi perseguidor? ¿un bombero de calendario? ¿un guardia municipal? ¡Ay, que nervios!

Poco después tropecé con Bedulio el Municipal y sentí un pequeño desengaño porque con él no había sorpresa... aunque el hecho de seguirme por la calle ya, de por sí, lo era. Nunca se había interesado por mi persona.

Bueno, la cuestión era que ya tenía un candidato a padre del bisnieto de la abuela ¡Yupi! (grité en medio de la calle) - ¿Te pasa algo? (dijo, alarmado) ¿No estará por aquí... tu primer... abuelito...? - No te preocupes que, al ser ya como de  la familia, no te hará nada jejejejeje - Me miró raro. - ¿Por qué no me invitas a un Laccao, Bedulio? - ¿A santo de qué? 

Ni hubo invitación ni acompañamiento hasta casa. - Pues sí que empezamos bien (me dije) 

Llegué a casa algo mohína sintiendo ya una sola mariposa en el estómago que no tardó en tomar las de Villadiego y largarse con viento fresco. Salí al balcón a contarle al árbol de la calle lo que me había pasado. - Que sepas (dijo el árbol) que el desconocido no era Bedulio sino alguien que sigue pegado a la suela de tus zapatos... ¡Tu sombra, boba de Coria!

 

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