sábado, 15 de abril de 2023

¡Uf, que enfado!

 La Cotilla entró en casa, a las tantas de la madrugada, como un elefante en una cacharrería y me despertó. Por más que conté ovejas no pude volver a dormir. Harta de dar vueltas en la cama, opté por levantarme, ir al cuarto de la Cotilla, entrar dando un patadón a la puerta gritando: - ¡Policía, manos arriba!

Reconozco que para una centenaria, podría haber sido un trauma pero no para la vecina que tiene más conchas que un galápago. - ¡Cooooñe! ¿Qué pasa? - Vengo a buscar una caja de la abuela que guarda en el cantarano. - ¿A éstas horas? (preguntó mientras se arrebujaba de nuevo entre las mantas)

Me llevé la caja a la cocina y me preparé un cola cao calentito porque la noche iba a ser larga.

Antes de acabar de removerlo ya estaba la Cotilla, envuelta en una bata llena de pagodas y dragones, china, de la tienda del señor Li - Gracias por el detalle...y se bebió MI cola cao - La cara de esta mujer es de cemento armado.

Abrí la caja y vacié su contenido sobre la mesa de la cocina. Pronto escuché a Pepe el jibarizado protestar por haberle desvelado. - OOOOOOOOOOOOOOOOOO -  Ajo y agua, pensé para mi.

Viejas fotografías desde las cuales antiguos familiares y amigos me saludaban: - ¡Huuuuy, cuánto has crecido! - Pensé que, de mayor, serías más guapetona. - ¿A quién te pareces, nena?

Una de las fotos se acercó, disimuladamente, hasta caer en mis manos ¡¡¡Y el cielo se abrió!!!

Mi primer abuelito, tronando como en una tormenta de verano, vino en vuelo rasante hacia mi y me la arrebató. La Cotilla parpadeó: - Me ha parecido ver la foto de Carlitos Gardel... Tu abuela y él tuvieron un lío tan intenso que tu abuelo se vio coronado con una hermosa cornamenta digna de un miura¡


No hay comentarios:

Publicar un comentario