domingo, 23 de abril de 2023

Pereza.

 En el árbol de la calle ha estallado la primavera. Los nidos de los gorriones se han llenado de huevecitos listos para ser incubados. Continuamente se escuchan peleas conyugales en las que, ni me meto ni me meteré - Porque no nos incumben, nena y menos a ti que no tienes ni idea de lo que es eso  (me avisó el árbol) - Ni tampoco a mi y eso que no les cobro el alquiler. - En el fondo eres un romántico.

Los nervios de los pájaros están a flor de piel mientras acondicionan los nidos y empiezan a turnarse para empollar la nidada.

Pascualita y yo nos pasamos las horas muertas en el balcón porque no queremos perdernos la rotura de los cascarones. A veces las discusiones suben de tono, entonces Pascualita muestra sus dientecitos de tiburón y ante la duda de si es una amenaza o una broma, se callan y bajan el tono. Pero se les ve estresados. Y eso me ha echo pensar que, algún día, puede ocurrirme a mi si me sale un novio y me da mucha pereza.

En esas estaba cuando llegó mi primer abuelito, elegantisimo con un sudario en blanco y negro y lleno de lucecitas de colores. - Pascualita me ha pedido que te haga una traducción de sus palabras... Dice que no eres más tonta porque no te entrenas. Ella ha colocado miles de piedras en el fondo del marcada vez que encontraba pareja. Son millones los alevines de sirena que ha parido a lo largo de su vida y nunca se cansó de montar su hogar en el fondo del mar.

- Todo eso está muy bien y es muy bonito pero pregúntale si era mileurista entonces... ¿No? Pues dile que se de un punto en la boca que no está el horno para bollos!

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