- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla se ha tomado a sí misma como La alegría de la huerta y así ha entrado en casa. - ¡Hola, nenaaaaaaa! ¿A qué parezco un rayo de sol? ¡Que bella es la vida cuando el corazón salta de alegría en el pecho!- ¿No le parece que es un poco pronto para estar ya piripi? - ¡¡¡Tengo novio, nenaaaaa!!!
- Echeme el aliento, pero con cuidadito no vaya a rizarme las pestañas con la fuerza del alcohol. - ¡Que no he bebido! Es el amor quien habla por mi boca.
Y así siguió, habla que te habla, hasta que tuvo que poner la lengua en remojo de lo hinchada que estaba, pero antes soltó lo que más temo en éste mundo: - Yo tendré el bisnieto que quiere tu abuela y la Torre del Paseo Marítimo ¡será para mi!
Quedé paralizada. No reaccioné hasta que vi a Pascualita asomando entre las algas de la pila de lavar y pensé que, si pudiera acercarme a ella sin que la Cotilla me viera, se la tiraría a la cara.
Todo se puso a mi favor porque la vecina se había dormido. Me di cuenta por los ronquidos. Y no perdí tiempo: cogí a Pascualita desprevenida y antes de que me mordiera, la lancé contra "la Bella Durmiente"... errando el tiro. La sirena se estrelló contra el pecho-tabla y mordió. Poco después, entre gritos, llantos y saltos mortales, la Cotilla lucía un escote exagerado que daba gloria verlo.
Y yo "veía" un bisnieto con la cara de la Cotilla .
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