sábado, 2 de septiembre de 2023

En homenaje a Eduvigis.

Los abuelitos se presentaron en casa. - "Voy a entrar el baño, nena"  (dijo la abuela mientras enfilaba el pasillo hasta el aseo). "No se te ocurra molestarme" - ¿Estás mala? - "No. Pero tenemos que ir a El Funeral y antes debo maquillarme como lo hacía Eduvigis" - Entró y cerró la puerta del baño con llave.

Andresito me explicó que unos minutos antes les habían avisado que esta misma tarde se procedería a colgar, de la Pared de los Finados, la foto Eduvigis Calderón de la Barca. Y vamos con el tiempo justo.

Pero si son las once de la mañana, abuelito. - Sí. Mucho me temo que no lleguemos a tiempo para celebrar la fiesta en su recuerdo como a ella le hubiese gustado. 

No entendía nada. Incluso pregunté si se celebraría en la Conchinchina, que queda un poco a trasmano de Mallorca. - No, nena. Será, como siempre, en El Funeral.

Las horas iban pasando. Llegó la Cotilla y comimos un bote de fabada entre los tres porque la abuela seguía encerrada en el baño.

- ¿No le habrá dado un aire, abuelito? - No creo. Eduvigis siempre iba de punta en blanco. Jamás la vimos con un pelo fuera de su sitio. Y bien maquillada.

Mientras el abuelito hablaba empezamos a sentir la necesidad, cada vez más imperiosa, de ir al váter. Y la abuela sin salir... - ¡Cotilla! (grité) es una emergencia. Vamos al baño de su piso ¡y me pido ser la primera!

Sobre las siete de la tarde, salió del cuarto de baño una abuela irreconocible con kilos de maquillaje encima! Pascualita no la reconoció y asustada, se lanzó contra ella con la dentadura de tiburón por delante.

Eduvigis creía que el maquillaje potenciaba su hermosura pero lo cierto fue que nunca le vieron la cara.

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