martes, 12 de septiembre de 2023

El trueque de la Cotilla.

- Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Menudo negocio he hecho. ¡Me sacarán en los periódicos! - ¿A quién ha robado, Cotilla? - ¡Esa boca, nena! Ha sido un trueque con todas las de la ley ¡Mira! - Metió la mano en el bolso infinito que lleva siempre y sacó una alfombra, de dormitorio, enrollada. - ¡TACHÁN!

Los comensales de la Santa Cena ni se inmutaron. El árbol de la calle, que había cerrado su bocaza de madera para escuchar a la vecina, reanudó su canción: - ¡Tenía una casita pequeñita en Canadaaaaa... - La única que parecía interesada en la diminuta historia de la Cotilla era Pascualita que asomaba la cabeza entre las algas de la pila de lavar del comedor.

Mohína, la vecina, mirándome fijamente, dijo: - No está echa la miel para la boca del asno. - ¿Qué tiene de extraño ésta alfombra? (dije con desdén) - Que se reproduce. - Menudo tiento le ha dado al chinchón, ¿eh, Cotilla? - Es una alfombra mágica, boba de Coria. - No me río porque se me correrá el rimel.

Sacudió la alfombra y cayeron tres o cuatro pequeñas al suelo. Pascualita, abrió de par en par sus ojos de pez y sin pensarlo, se impulsó con su hermosa cola de sardina para caer en mi escote y dar, de paso, un susto a la Cotilla que no vio nada salvo algo que saltaba. Su reacción fue empujarme para salir corriendo. Yp pisé la alfombra sin querer y salimos disparados por el balcón, la alfombra, la sirena y yo. 

Y aquí estamos, camino de Bagdad.

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