viernes, 8 de septiembre de 2023

Taichung...

El aire fresco me daba en la cara y tuve que envolverme en la sábana que tenía enrollada a mis pies. Abrí los ojos y sobre mi cabeza brillaban luceros, estrellas, basurilla espacial, la Luna..., lo normal de cada noche salvo que entre el cielo y yo suele estar el techo de mi cuarto y ahora no. 

Intenté encender la lamparita de noche pero no la encontré. - Aquí pasa algo (me dije) - y me levanté de un salto para... ¡caer al vacío!

Grité y grité como nunca. Tropecé con ramas que me salían al paso mientras seguía demostrando al mundo la potencia de mis pulmones: - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAA!!!

Solo entonces me di cuenta de que no estaba sola. Fue cuando Pascualita, harta de mi escandalera, me mordió en los labios y se me pusieron como dos churros de piscina y ahora no puedo hablar. 

Puse mis orejas a trabajar y me pareció que alguien hablaba en chino. - ¿Estoy en la tienda del señor Li? ¡Y con Pascualita! Querrá comérsela el muy jodío.   (pensé)

De repente una voz dijo: - ¡Hola, boba de Colia! ¡Estás en  TAICHUNG. - ¡Jesús! (dije) - Y la voz siguió estornudando: ¡TAICHUNG! - ¡Jesús! - ¡TAICHUNG! - ¡Jesús!... - Hasta que tuve la impresión de que aquello era un diálogo de besugos y me callé.

Al final me he puesto una mascarilla porque tanto estornudo no puede ser bueno.

 

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