viernes, 15 de septiembre de 2023

Vamos a dormir.

Pepe el jibarizado lleva desde anoche lanzando su grito: ¡OOOOOOOOOOOOOO!, que lo mismo le sirve para un roto que para un descosido. Y no sé por qué. 

El único que puede ayudarme es mi primer abuelito pero, por más que lo llamo, no acude. Después supe que estaba en una sesión de pruebas de sudarios de alta costura de Cocó Chanel. 

Total, que entre una cosa y otra, no he pegado ojo en toda la noche. Ni nadie porque, para acallar la especie de aullido de Pepe, he puesto la radio, que está en la cocina. Para oírla bien, he subido el volúmen y poco después los vecinos, arremolinados en mi rellano, tocaban a la puerta con una furia desmedida. - ¡¡¡QUEREMOS DORMIR!!!

No me ha quedado otro remedio que llamar a los Municipales. - ¡Orden, señoras y señores! (era la voz de Bedulio la que clamaba en el desierto) Y tú, nena, abre la puerta de una vez. - ¿Estás seguro, Bedulio?... Mi primer abuelito anda por aquí y está de mal humor... - Vale... no le molestes... 

A través de la mirilla le vi darse la vuelta y bajar la escalera como una exhalación. Fue visto y no visto. 

Sin saber qué pensar ante lo que había pasado, los vecinos optaron por marcharse a sus casas y solo entonces, abrí la puerta llevando a Pascualita en mi escote.

Entonces un flash nos deslumbró ¡Nos habían echo una foto! Rápida como el rayo, la sirena saltó a la cabeza del enemigo y medio minuto más tarde estaba monda y lironda. 

Al ir a entrar en casa vi bien al sinvergüenza, aunque sus gritos ya me habían dado una pista de quién era... ¡La Cotilla!

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