jueves, 21 de septiembre de 2023

¡Mosquito!

Tenía en la mano un tornillo con su correspondiente rosca, talla miniatura, hasta que un mosquito trompetero la ha tomado conmigo haciendo vuelos rasantes como si fuese el trompeta del Séptimo de Caballería tocando ¡al ataque!: - ¡¡¡TARARIIIIIIIIIIIII!

Di un manotazo al aire dispuesta a acabar con él y la rosca, pequeñísima, salió volando a saber dónde. 

Abrí la boca y por ella salieron sapos y culebras. - ¡Cómo pica, jodío! - El árbol de la calle puso sus ramas de parapeto para que los pequeños gorriones y las tiernas hojitas, no me escucharan. - ¡Déjales que aprendan para cuando les piquen a ellos! (le grité a don Tiquismiquis)

Como una flecha pasó  Pompilio por mi lado en busca de calcetines para desparejar y me dio tiempo a cogerlo de una oreja. - ¡Busca la rosca y no vengas sin ella o te desorejo! - Ningún comensal de la Santa Cena se asomó al marco del cuadro pero yo sabía que me espiaban. - ¡Lo mismo os digo a vosotros!

Unos suaves aplausos llamaron mi atención. Era Pascualita que, sentada en el borde de la pila de lavar del comedor, se lo estaba pasando en grande viendo como me rascaba, mientras señalaba al mosquito, que hacía la digestión, sobre mi hombro. - Rabiosa, grité: - ¡Cómetelo, Pascualita, CÓMETELOOOOOOOO!

Y rauda como una centella, la medio sardina se lanzó a por mi hombro mientras el mosquito se posaba, tranquilamente, en la lámpara del comedor.

Ahora tengo un hombro que me rio y del de Sansón.

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