domingo, 10 de septiembre de 2023

Robar está feo.

He reunido a todo el personal de casa en el comedor. - Cristalera, te quiero abierta de par en par para que el árbol de la calle oiga, fuerte y claro, lo que voy a decir.

- Pepe, no quiero oír ni un O tuyo hasta que os cuente lo que ha pasado.

- Comensales de la Santa cena, chitón. 

- Bolas de polvo, dejad de gritar y moveros. Os quiero firmes y atentas. 

- Pompilio, deja en paz los calcetines y atiéndeme.

- Abuelito, ayúdame. Debemos aclarar un robo - Vale. Me pondré un sudario de detective glamuroso de Oscar de la Renta.

- Bedulio, tú como representante de la Ley ayudarás a mi primer abuelito a encontrar al ladrón, o ladrones. - ¡¡¡¿QUÉ?!!! ¡Me largo con viento fresco!

- Cotilla... espero que no sea usted la culpable. - ¡Avemariapurísima! ¿De qué?

- Abuela... snif... Nos han robado... a Pascualita... ¡buuuaaaaaaaaaaa! - "Pero si está en tu escote, boba de Coria"

La historia comenzó cuando me enteré que estaba en Taichung sin yo saberlo.

Tenía dos páginas en el blog, una de ellas a nombre de Mi ¿amiga? Pascualita que, por arte de biribirloque, ha pasado a llamarse Royal big winner ¡Toma del frasco, Carrasco!. Ya no la tengo. ¡Me la han birlado! Y han puesto una Pascualita que es un tiburón, o tiburona, no sé, que es como un dibujo animado. 

¿Tan buenas somos?

Menos mal que Pascualita sigue conmigo.


 

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