sábado, 28 de julio de 2018

Eclipse lunar.

La Cotilla llegó cargada de radiografías bajo el brazo. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Te vendo cinco por cinco euros, boba de Coria. - ¿Para qué quiero eso? No son mías. - Eso es lo de menos. Son para ver bien el eclipse de Luna. - Han dicho que se verá a simple vista... - Eres más tonta que Abundio. Todo te lo crees ¿Cómo se va a ver un eclipse? Todo quedará a oscuras y te irás dando golpes contra las paredes. Sin embargo, con mis radiografías verás perfectamente. - ¿Quién lo sabrá mejor? ¿Tú, que solo has visto unos cuántos o yo que ya he perdido la cuenta de los que he presenciado? Si hasta los antiguos egipcios usaban radiografías para verlos.

Al final me quedé las cinco a cinco euros. Pero tuve que regatear porque se enfadó conmigo cuando le dije que, dudaba mucho que los antiguos egipcios tuvieran radiografías y subió el precio: cinco por seis euros. Ante mi insistencia, me las dejó al precio inicial.

Esta mañana, una noticia corría de boca en boca: además del tema del eclipse también se comentaba el robo masivo de radiografías en el hospital. La policía supone que el autor es alguien que conoce muy bien el edificio donde se guardaban, ya que es tan grande y enrevesado que, o se tiene un plano del lugar o se conoce el camino.

Cuando Bedulio vino a investigar le invité a entrar en casa: - ¿Quiéres un chinchón on the rocks? - Aceptó y entramos en el comedor. Pascualita subió hasta el borde del acuario a cotillear. Sobre la mesa estaban las cinco radiografías que le compré a la Cotilla y que luego no me sirvieron de nada porque, en lugar de las nubes, me tapaban la visión las ramas del árbol de la calle. Las tenía a la vista para devolvérselas a la vecina y recuperar los cinco euros.

- ¿Estás enferma? (preguntó el Municipal) - ¡Que va! - ¿De quién es este material? - Es para devolvérselo a la Cotilla. - ¿De dónde las ha sacado? - De debajo el sobaco. - Bedulio puso los ojos en blanco y cara de ¡Ya empezamos!

Siguieron una batería de preguntas, cada vez más incisivas, hasta que me harté de oírle. - Pertenecieron a mi abuelito primero y quiero enmarcarlas pero él no me deja. - ¿Quién es él?... ¿A qué dedica el tiempo libre?... ¿Por qué no te deja? - Pregúntaselo tu... Está a tu derecha y acaba de pasarte un brazo por la espalda... - El portazo removió los cimientos de la finca.

Ahora solo me queda esperar a que la Cotilla me de mis cinco euros.

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