miércoles, 11 de julio de 2018

La Cotilla y su menopausia.

Esta mañana he tenido que retener a la Cotilla para que no volviera a salir en bikini a la calle. - ¡Al final la multarán y la meterán en la cárcel! - Es que no puedo aguantar el calor que está haciendo estos días. - ¿Y qué quiere que haga si estamos en pleno verano? - Pero este año tengo más calor que nunca... Debe ser por la menopausia. - ¿De quién? - ¡Mía ¿de quién va a ser?

La dejé con la palabra en la boca y me fui a desayunar. A veces pienso que tiene razón Bedulio cuando dice que en ésta casa pasan cosas raras...

Antes del mediodía el Municipal la trajo de nuevo, envuelta en una toalla de baño. - ¿Qué ha pasado ahora? - Que te lo cuente ella, a mi me da vergüenza (y corrió escaleras abajo lo más rápido que pudo)

La Cotilla traía un humor de perros. - ¿De dónde ha salido éste carcamal? ¿Dónde dice que una mujer no puede salir a la calle como le de la gana? - ¿Así que, otra vez, iba en bikini... ? - No, no, no... Mira, llevo falda. (seguía tapada con la toalla)

- Entonces, no me explico... - ¡Porque es un carca, un retrógrado, un hombre de Cromañón, un... !- ¡Vale, vale! ¿qué hacía usted cuando se han encontrado? - Salir de la tienda de los chinos del señor Li. Allí me he comprado la falda. Y la toalla me la ha puesto Li en persona ¡Va listo si cree que se la voy a pagar! - ¿El señor Li también es un carca? - ¡Carca y medio!

- Esta noche, como no podía dormir por el calor, he estado mirando tus libros de Egipto. Allí las mujeres iban muy ligeritas de ropa, unos milenios atrás. Solo llevaban falda ¡nada más! ¡Mira, como yo! - Tiró al suelo la toalla playera y se quedó desnuda de cintura para arriba. - ¡Ostras!- Si, ya sé que, últimamente, no tengo los pechos tan bonitos... incluso, un poco caídos para llevarlos al aire... ¿No podrías pedirle a tu primer abuelito que les diese un repaso y me subiese unas cuantas tallas?

Ahora tengo un dilema: Si no lo hago me estará dando la lata hasta el día del Juicio Final. Y si lo hago ¡saldrá a la calle en top less... ¿Tengo derecho a privarla de lucir su cuerpo? ... Por otra parte ¿Quién soy yo para hacerlo?...

Esperé a que la Cotilla se durmiera delante de la tele viendo el Tour de Francia. En el acuario, Pascualita dormía plácidamente mecida por el agua de mar. La cogí, bruscamente y la lancé sobre el pecho de la Cotilla. ¡Aquello fue una carnicería!

Me costó mucho poder arrancar a la sirena de las carnes flácidas y no pude evitar que se llevara un trocito de ellas. Casi una botella entera de chinchón se tomó la Cotilla antes de caer rendida en un sueño comatoso.

Con asombro vi como la lozanía volvía a esa zona del cuerpo de la Cotilla con creces... ¡Exageradamente!


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