sábado, 21 de julio de 2018

La cosa va de disgustos.

El abuelito ha llegado a casa hecho un mar de lágrimas. Hipaba y todo. He tenido que darle chinchón para que fuera calmándose porque, aunque hablaba, no se le entendía nada del disgusto que llevaba.

- ¿Vas a divorciarte de la abuela?... ¿no?  Pues parece que ésta vez te la ha hecho buena. Basta ver el disgusto que traes... ¿Quiéres ganarte el cielo? Yo de ti iría con cuidado. Piensa que tu antecesor en el cargo de abuelo tuvo una muerte, como mínimo, sospechosa... ¿quiéres más chinchón?

Media botella después empezó a vocalizar. - ¡Aaaaaaaaaaayyyyyyyy que disgusto más grandeeeeeeeeee...! ¡Mi gozo en un pozooooooooooo...! ¡El mundo se derrumba a mi alrededooooooor y el sol sigue brillando como si tal cosaaaaaaaaaaaaaaa...! - ¿Te estás muriendo, abuelito? ¿Te has acordado de mi en tu testamento? Ya sabes que quiero la Torre del Paseo Marítimo y... - ¡Aaaaaaaayyyyyyyyyy...! ¡Sorayaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué te han hechoooooo? ¡Te han cambiado por el guaperaaaaaaaaaaaaaaaaaas! ¡Con lo que tu valeeeeeees!

Poco a poco se iba explicando. - ¿Soraya? ¿quién es? - ¡Oh noooooooooooooooo! Ni siquiera mi nieta te recuerda ya ¡Que efímera es la fama! - ¿Soraya la del PP? ¿Qué le ha pasado? ... ¡¿Ha perdido?! Vaya por Dios... - La alargada sombra que te cobijaba ha desaparecido también... ¡snif... No somos nadie, Mariano... - Abuelito, yo no soy Mariano.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡He ganado, he ganado! - ¿La Primitiva? ¿La lotería?... - ¡La apuesta! Aposté a que ganaría Casado contra un montón de pardillos que lo hicieron por Soraya ¡Y he ganado cincuenta euros! ¡Toma, toma y toma! ... Huy, Andresito, no te había visto... ¿Tienes conjuntivitis? - Ha llorado el pobre porque también apostó por Soraya ... - ¿Te ha sentado muy mal, verdad? (la voz triunfal de la Cotilla se había convertido en un susurro) - El abuelito movió afirmativamente la cabeza. - ¿Me puedo ir... despidiendo de la opción... de ser la futura... dueña de la Torre... del Paseo Marítimo? - La cabeza del abuelito dijo, otra vez, que si. - La Cotilla salió corriendo, como alma que lleva el diablo hacia el ascensor, con la botella medio vacía de chinchón en las manos y dejando tras de sí, gruesas lágrimas que al caer al suelo sonaban como un tambor: ¡Pam..., pam..., pam...



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