lunes, 30 de julio de 2018

Imposible dormir la siesta.

Además de ser lunes y notarse, nos han roto la rutina y no ha habido manera de dormir la siesta ¡que es sagrada para los habitantes de la Península Ibérica y sus islas! ¿Es que nadie piensa en eso? Ahora no me tengo de pie, por esto estoy más cabreada que un mono.

También está así Pascualita. Hace un momento, al verme, ha subido como una exhalación desde el fondo del acuario hasta el borde del mismo, solo para enseñarme los dientes de tiburón ¿A qué ha venido esto? ¿Le afectará la calor? Por si acaso, le he tirado unos cuantos cubitos de hielo desde la puerta de la cocina. Reconozco que no han caído todos dentro del acuario. Algunos se han estrellado contra la cabeza de la sirena y ahora está echa una fiera, escupiéndome agua envenenada sin parar. Lo malo es que, como no atina, me da la risa y ella se enfada más. A ver si viene pronto la Cotilla y el bicho se desfoga con ella.

Pepe no aguanta quieto en su estante de la cocina. Se ha caído varias veces la suelo. Menos mal que es una cabeza que ni siente ni padece. Si estuviera viva estaría llena de chichones. Ha sido pensar ésto y darme un ataque de risa ¡He imaginado el llavero lleno de bollos y mataduras! jajajajajajajaja... Mataduras ya tiene, las que le ha hecho Pascualita a mordiscos alguna vez. Menos mal que la abuela es una artista con la aguja y le zurció los rotos pero da grima ver esa cabeza. ¡Como para llevarla a una exposición! jajajajajajajajaja

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿a qué vienen tantas risas, boba de Coria? - ¿Por qué me llama así si no soy de Coria? (le dije, picada) - Vaaaaaale, retiro lo de Coria. - Estoy un poco descentrada porque no he podido dormir la siesta. - Así estoy yo también. Sin ciclistas no es lo mismo.

Con mis comidas de coco y las risas, no me di cuenta de que me arrimaba al aparador hasta que ¡algo saltó sobre mi y clavó los dientes en uno de mis pechos. - ¡¡¡Pascualita!!!  ¡La madre que te parió! - Menos mal que la Cotilla estaba en el baño y no vio a la sirena pero escuchó mis gritos. -¡¿Qué te pasa?! - ¡¡¡Nadaaaaaaaaa!!! (dije, llorando a mares)

Haciendo acopio de valor, tiré de la sirena y la arranqué ¡¡¡Que dolor, que doloooooooooor!!! - Al oír abrirse la puerta del baño, tiré a Pascualita, sin mucho miramiento y salió disparada por la ventana hacia el árbol de la calle. Cuando la Cotilla me vio, tirada en el sofá de la salita, amorrada a la botella de chinchón, me dijo de todo menos bonita. - ¡¡¡Egoístaaaaaaaa!!! ¡No te la bebas todaaaaaaa! - Pero no estaba yo para repartos equitativos y no dejé ni una gota. Mientras caía en un sueño parecido al coma etílico me di cuenta de la gran desproporción que había ahora entre mis pechos. Cerré los ojos oyendo a la Cotilla reir. - ¡Que jodío es tu abuelito primero! jajajajajaja

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