jueves, 5 de julio de 2018

¡Menudo despertar!

He quedado con la abuela para ir a caminar con ella. Dijo que vendría temprano a buscarme y que no la hiciera esperar. Se ve que tenemos conceptos diferentes sobre lo que es "temprano" porque me ha pillado durmiendo a pierna suelta y me he llevado la primera bronca del día... a las cinco y media de la mañana.

Estábamos en plena confrontación cuando ha llegado la Cotilla. - ¿Qué le has hecho a tu abuela, boba de Coria? - ¡Nada! - "Le dije que estuviera preparada y a la muy vaga, la he encontrado durmiendo ¡Es una irresponsable! ¡Así no encontrarás novio nunca!"

Llamaron a la puerta. (Riiiiinnng) - Vaya a abrir, Cotilla. - No puedo, he acabo mi jornada laboral. - ¡Pero está vestida y acaba de entrar! - ¿Esta es mi casa? ¿No, verdad? No soy quién para abrir puertas ajenas. - Y no se movió del sitio. - ¡Ves tú, abuela, que también estás vestida! (el timbre sonaba como si se hubiese atascado y no paraba: Riiiiiiiiiiiiiing) - "He venido a buscarte, no hacer de criada. Si quieres una te la pagas como hago yo con Geoooorge"

- ¿No ves que aún estoy en la cama y ahí fuera se están poniendo nerviosos? - "Veo que sigues tumbada cuando ya tendríamos que estar andando camino de la playa" - ¡Pero si aún no han puesto las calles! -

El Riiiiiiiiiiiiing, Riiiiiiiinga me ponía de los nervios, en cambio las dos amigas parecían no oírlo.

Del timbre pasaron a los porrazos: - ¡¡¡PAAAAAAM, PAAAAAM!!!

De la cocina me llegó la voz de la abuela: - "¡Nenaaaaaaaaaa! ¿dónde guardas el azúcar?" - ¿Qué hacéis? - "¡Desayunar mientras te arreglas!" - ¡Guardádme algo para mojar! - "¡Vale!"

Al final no me quedó más remedio que levantarme y abrir yo antes de que tirasen la puerta abajo. Mis vecinos tiene los oídos más finos de toda la isla ¡Jesús, que finolis! - ¿Qué pasa, titis? (les embestí en plan chula barriobajera)

El guantazo no me lo esperaba y lo recibí en plena cara, dado con la mano plana: ¡¡¡PLASSSS!!! - ¡¡¡Ayayayayayayayayayayayayayayyyyyyyyy!!! ¡¿Estáis sonados?! Ahora mismo os pongo una denuncia como una casa ¡Bedulio, Bedulioooooo! (grité como si fuera a aparecer por arte de mágia... como así fue) - Llegó libreta de multas en mano. Sacó el bolígrafo del bolsillo superior de la camisa, mojó la punta con la lengua y se puso a escribir: - Por escándalo a las horas brujas de la noche  y siendo reincidente muchas veces. Por hartazgo de los vecinos. Por no dejar dormir a quienes dentro de unas horas se irán a trabajar con el cuerpo dormido. Por... (¡Yo que sé a cuánto subió la multa! No la pienso pagar porque la culpa fue de la abuela. Y aunque eso se lo expliqué al Municipal, no me hizo ningún caso. Eso sí, me desquité llamándole ¡¡¡TRAIDOOOOOOR, LAMECULOOOOOOS!!! ... Por ese insignificante detalle, también me multó,

Cuando el rellano quedó vació entré en la cocina a desayunar. En la mesa estaba mi cola cao, frío pero, ni rastro de magdalenas, croasanes o ensaimadas. - ¡¡¡¿Y yo que mojo?!!! - ¡¡¡EL DEDO!!! (fue la respuesta de las dos viejas mientras se partían de risa)

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