domingo, 1 de julio de 2018

Misterio resuelto.

La Cotilla lleva dos días pegada al bolso. No lo deja ni para ir al baño. - "Que ínfulas te han entrado desde que estamos en Teruel. Hasta imitas a la Reina de Inglaterra yendo con el bolso a todos lados." - Me he dado cuenta de que ya tengo una edad en la que hace señora ir así. Mis años hippys ya pasaron a la Historia (ha dicho y se ha quedado tan pancha)

Naturalmente, tanto apego al bolso nos ha mosqueado. Además parece que pesa y suda la gota gorda. - Deje que se lo lleve un ratito, Cotilla (intento ser amable pero descubre mi intención de mirar dentro) . - ¡Que nooooo!

Por fastidiarla y descubrir su secreto, nos pasamos el día caminando de la Ceca a la Meca. Y tenemos a la Cotilla sudando como un pollo, con medio metro de lengua afuera y sin soltar el bolso. La abuela decide emborracharla. - "Será la única manera de saber qué guarda"

Volvemos al hotel con una botella de chinchón. - ¿Habéis comprado hielo? - "Naturalmente, querida amiga" (la abuela se está pasando con sus florituras y la otra acabará sospechando que hay gato encerrado)

Después de comer preparo una jarra de chinchón on the rocks bien fresquito y nos acoplamos frente al televisor a ver piernas de tios buenos y quejicas, jugando al fútbol. Poco a poco, el sopor de la siesta se adueña de nosotras y dormimos tres horas a pierna suelta hasta que unos porrazos en la puerta nos despiertan. - ¡¡¡No pueden tener leones en la habitación o pagarán un suplemento disuasorio!!!

Abro para ver qué pasa. El Director del hotel me aparta y entra. - ¡Los clientes están asustados y quieren irse! Menos mal que fui domador de fieras en mi juventud y puedo capear ésta situación... ¿Dónde están? - "¿De qué habla éste tío?" - De las fieras que se han tirado tres horas rugiendo ¡Tendrán hambre, digo yo!

A Pascualita, asomada al escote de la abuela, no le gustan los despertares bruscos e intuyendo que el recién llegado es el causante de su mal genio, se impulsa con su cola de pez y cae en plena cara del Director. Y se arma la marimorena.

Cuando consigo arrancar a la sirena, que mastica un trocito de nariz del pobre hombre, éste parece un Ecce Homo. Sangra como un toro de lidia. Grita y corre dando vueltas por la habitación. Llora, salta, moquéa... En fin, un asco.

La Cotilla, que bebió más chinchón que nosotras, toma al Director por alguien que viene a robarnos y se lía a bolsazos con él. Al segundo golpe cae como un saco de patatas. - "¡Para, que lo has matado!" - ¡Menos mal! ¡Quería mi pisapapeles! - ¡¿Eso es lo que guarda en el bolso?! - La abuela lo sacó, triunfante: - "¡¡¡EL TORICO!!!"



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