viernes, 26 de octubre de 2018

La cosa no va muy bien.

Parece que todo a vuelto a la normalidad... pero  no. La abuela está contenta porque sigue presumiendo ante sus amigas, de mayordomo inglés. La Cotilla ha dejado de pensar en el negocio de alquilar por meses al susodicho. Y a mi, por fin, me han dejado tranquila. También Geooorge parece que está como si no hubiera pasado nada pero, mucho me temo que es como un volcán apagado que puede entrar en erupción a la primera de cambio.

Para empezar ha cambiado los menús a los abuelitos. Han pasado de comer recetas nuestras a cocina inglesa. Tanto si les gusta como si no. Además, el jodío hijo de la Gran Bretaña se ha aprendido el refrán: Son lentejas. Si quieres las comes y sino, las dejas.

Los abuelitos pusieron los ojos como platos el primer día que les sirvió un plato repleto de guisantes y zanahorias cocidas a palo seco junto con un trozo de bacalao rebozado. - "¿Qué es esto, Geoooorge? - Fisch and chips, madame... sin cucuruchou.

De vez en cuando, la abuela le pregunta si está bien. - Oh, yes.- Y cuando el abuelito se queja de la comida sosaina, a él que le gustan tanto los platos bien condimentados, el otro le suelta aquello de: Esto ser lentajas...

Así que se han desplazado de su comedor al mío y no rechistan de mis guisos aunque saben que son de lata. - ¿Por qué no despedís a Geoooorge? - "Porque da pedigrí a nuestra casa" - Ante tamaña tontería, a ver qué le voy a replicar.

Quien se queja es la Cotilla porque creía que, estando la abuela en casa, cocinaría ella pero no está por la labor. Así que la vecina se va muchos días a los comedores sociales y se trae cuatro raciones que nos comemos tan ricamente, los ricos y los proletarios.

Esta mañana ha venido Geooorge a buscar una bolsa de ropa que me pidió la abuela. También me pidió otra cosa. El caso es que el inglés aparcó el rolls royce en la parada del bus. Al puerto han llegado tres cruceros, a cual más grande, y como el cielo está nublado, todos los turistas circulan por la ciudad invadiendo plazas, calles, aceras y paradas de autobús.

Menudo guirigay le han montado al mayordomo pero ni se ha inmutado. Yo estaba asomada al balcón viendo el espéctaculo junto a Pascualita. Bedulio a girado la esquina y se ha encontrado con el fregado ¡pobrecillo! Aquello parecía la ONU. Las discusiones eran en todos los idiomas y él, muy cachazudo, se ha limitado a decir: ¡Circulen por favor... Circulen...! - mientras movía las manos indicando el camino. Y como borreguitos, han desfilado hacia... vete a saber dónde.

En cuanto Geooorge a entrado en casa le he lanzado a Pascualita a la cara. Es la otra cosa que me había pedido la abuela. Para cuando he podido arrancar a la sirena de la nariz inglesa, ésta ya se estaba pareciendo a la trompa de un elefante. Y así todo: orejas, ojos, labios, carrillos ¡Un cromo, vamos!

Ha echo falta que bebiera toda una botella de chinchón para dormirse y despertarse horas después sin recordar qué le había pasado para estar de esta guisa... Pascualita y yo también nos hemos dormido después de brindar, brindar, brindar y brindar... por lo bien que nos ha salido el encarguito de la abuela

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