miércoles, 3 de octubre de 2018

Pascualita saca sus conclusiones.

Bedulio ha vuelto. - ¿Está la Cotilla? - No, pero está mi primer abuelito... ¿Lo llamo? - ¡Noooo!... No le molestes. Ya volveré.

Me senté en la cocina con Pepe y Pascualita. Quería comentar con ellos los acontecimientos del caso de la Catedral. - ¿A vosotros qué os parece? ¿Pensáis que es un crimen, un suicidio, un accidente o una muerte natural? - La sirena, desde lo alto del frutero, me tiró un plátano a la cabeza y mordisqueó una manzana, que también me escupió. - ¿No queréis opinar? Pues, lo siento, pero hay que mojarse. No podéis ir por la vida sin comprometeros.

La cabeza jivarizada siguió callado. Con el modo de ser de éste hombre, nunca sé si duerme o no. Si algo le gusta o le disgusta. El tío tomó un día la posición cómoda y así sigue. Si cuando vivía era así, no me extraña que se lo cargaran y usaran su cabeza reducida, como llavero. - ¡Pepe, espabila, hombre! - Pero sus párpados cosidos no se movieron y su boca, cosida también , no dijo ni mú.

- Menudos detectives estáis hechos... ¿No tenéis una opinión, por pequeña que sea? - Por toda respuesta, la sirena me mostró su dentadura de tiburón. - Vamos a hacer una cosa. Yo diré una palabra y vosotros decís lo que os parece... Doy por sentado que Pepe será de la misma opinión que la sirena. Haber ¿ha sido suicidio? - Pascualita me miró fijamente. - Dices NO. Entonces ¿muerte natural? - Me tiró otro trozo de manzana a la cara. - Otro NO. ¿Accidente? - Hizo chirriar los dientecitos de tiburón. - NO... ¿Crimen? - La sirena se lanzó de cabeza al azucarero, lo tiró y estuve recogiendo azúcar toda la mañana. - ¿SI?... - Se rebozó en el azucar mientras se lo comía. - ¡SI!

- Bien. Ahora vamos a ver quién puede haber sido... ¿La Cotilla? - Pascualita se relamió los deditos palmeados. - NO. ¿Un desconocido? - Recogió los trocitos de manzana de la mesa y se los comió. - NO. - Pues... no sé quién puede haber sido... ¿La abuela no, verdad? - Siguió comiendo. - Y Andresito, menos, claro... - La sirena saltó hacia mi con la boca abierta y la dentadura salida para clavarla en mi pecho. Menos mal que tengo buenos reflejos y dándole un revés con la mano, la mandé al árbol de la calle a través de la ventana. - ¡¡¡¿TU ERES TONTAAAA?!!!


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