sábado, 20 de octubre de 2018

Nit de Verges.

La abuela no da pie con bola. Está nerviosa perdida desde que se ha levantado ésta mañana. - "¡Por fin ha llegado el día! ¡Que ilusión tan grande! Geooorge, apunta: comprar unos cuantos kilos de buñuelos, varias botellas de Moscatel y otras tantas de chinchón... Andresito ¿has avisado a los de la televisión Balear para que vengan a grabar la serenata?" - Si, querida - "Espero que no se retrase... Aaaaaaaayyyyyyyyyyy, que nerviosssssssss"

A media mañana el rolls royce aparcó en plena parada del autobús y Geoooorge subió a casa cargado con un montón de útiles de limpieza. - ¿Qué pasa? - Madame decir que yo limpiar your hause. - ¿Y eso? - Porque madame pensar que mejor dar serenata aquí, in balcón... - ¿En mi balcón? ¡Ni hablar! Ahí solo se me ronda a mi.

El inglés me miró de arriba abajo y puso cara de asombro - ¡La madre que te parió, inglés de las narices! - Una hora después, mi casa brillaba como no lo había hecho nunca.

Mientras, yo había llamado a la abuela pidiéndole, rogando, amenazando, llorando, gritando.... que no viniese a que la rondasen en MI casa pero fue una pérdida de tiempo. No me hizo ningún caso. Mientras el inglés seguía a lo suyo, esta vez guisando la comida del mediodía.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Huele que alimenta, nena! ¿Qué pones para  comer? - Geoooorge sabrá. Es el cocinero - Jamás vi a la Cotilla revolotear, tan mismosa, al rededor del mayordomo - ¡Ole los hombres que cocinan como los ángeles! ¡Viva la madre que te parió bocadito de coliflor envinagrada!

Yo estaba asombrada y él atemorizado - ¡Plis, you quitar mosca cojonera Cotilla, de ,mi! (me imploraba) - Si me preparas una tarta, típicamente inglesa, para tomar el te de las cinco o`cloc esta tarde. - ¡Yes, yes!

Al atardecer llegaron los abuelitos. Algunos músicos de la Orquesta Sinfónica de Mallorca se iban situando entre el árbol de la calle y el portal de mi casa, afinando sus instrumento. Al poco rato sonaba como si mataran un cerdo

Sobre las diez y media de la noche arrancó la orquesta con Clavelitos. La abuela se había puesto para la ocasión peineta y mantilla española. Apoyada en la barandilla del balcón mandaba besos a diestro y siniestro. A las doce de la noche los vecinos de la calle los vecinos sacaron, cacerolas, ollas y cubiertos y los hicieron sonar en protesta por el tostón de Clavelitos que llevaban dos horas aguantando.

A la una de la madrugada tenía la casa llena de músicos, la mayoría durmiendo la mona. Hartos de tocar y cantar siempre lo mismo, según deseo de la abuela, tomaron la casa al asalto. La mayoría de ellos, afónicos ya.

Las botellas de licor se acabaron y los kilos de buñuelos desaparecieron como por arte de mágia. Pascualita, rabiosa por haber sido despertada bruscamente por el barullo, escupía chorritos de agua envenenada al tuntún. De vez en cuando alguién gritaba y corría dolorido al recibir el chorrito en algún punto vital.

Me senté, con la sirena en las manos, a explicarle de qué iba la Fiesta: -  Si alguna vez vuelves a tu hábitat natural, y podrás organizar algo así para las jóvenes sirenas que buscan sireno para aparejarse.. Convendrá que cambies los buñuelos por algas Y pónles azúcar que, como dicen, a nadie le amarga un dulce.

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