domingo, 7 de octubre de 2018

¡Pobre Bedulio, solo se le hinchó un pecho!


Bedulio estaba que trinaba. Ahora había dos cadáveres sobre la mesa de su Jefe y no se lo podía explicar. - ¡¿Cómo que no sabe qué pasó en ninguno de los dos casos?! y sobretodo, ¿por qué viene oliendo a chinchón? - Es que he estado... un buen rato... apoyado en la Pila del Agua Bendita... señor - ¿Me está hablando en clave? -  Le juro... que no...

Taciturno y desesperado, Bedulio volvió a la Catedral, esta vez solo. A pesar del miedo que sentía, hizo de tripas corazón y se concentró en buscar pistas fiables. Durante más de dos horas sacó fotos, recogió trocitos de cosas que le llamaban la atención... hasta que sonó esto: "¡YUJUUUUUU!"

La voz retumbó de un pilar a otro hasta que el cerebro del Municipal, que primero le puso la carne de gallina, ahora no sabía de dónde había salido.

De entre las sombras dos figuras se fueron materializando a medida que se acercaban a Bedulio, que temblaba como un conejo. - "¿Qué tal llevas el trabajo?" - El suspiro de alivio que lanzó el pobre fue muy parecido a una nota alta del órgano catedralicio. - No pueden estar aquí. - Como si no hubiese escuchado el comentario, la abuela toqueteó las bolsitas de muestras. - "¿Solo has encontrado éstas porquerías? Bedulio fue monaguillo de la catedral en sus años mozos y recuerda pasadizos, escaleras, salas y demás sitios donde, entre misa y misa, se escondía él y sus compañeros. Anda, cariño, busca, busca"

Andresito se puso en marcha y una  hora después volvió jadeante y sudoroso, con varias botellas de chinchón en las manos. La abuela, emocionada, por poco se desmaya de la emoción. - "¡Eres mi héroe!" - He hallado el escondite del artrítico. Hay bastante licor almacenado, además de tesoros artísticos de oro y plata. - "¡Era un ladrón el tío!"

Bedulio estaba emocionado y no paraba de dar las gracias a mi abuelito segundo. - También he encontrado botellas vacías. Vamos a ver cuánto licor cabe en la pila bautismal y sabremos si la llenaron o no. - Así lo hicieron y en cuanto hubo una cantidad suficiente para que una persona se ahogara en ella, Pascualita, asomada a la boca del termo de los chinos ¡saltó y se sumergió con la boca abierta de par en par!

La abuela no se dio cuenta porque se estaba dirigiendo a Bedulio. - "Métete en la Pila en posición fetal" - ¡Ni hablar! - "Tienes la misma estatura del muerto..." - ¡¿Yooooooo?! Pero si él a penas llegaba al metro cincuenta y yo mido uno noventa. - "¡No seas tan pejiguero! Que más dará centímetro arriba o abajo. ¡Entra te he dicho!"

Cuando estuvo bien empapado en alcohol y bien bebido también, quiso darse la vuelta porque estaba incómodo y esa fue su perdición. Pascualita se sintió apresada por el corpachón del Municipal y defendiéndose, mordió con ganas. Tantas que cuando la abuela la arrancó del cuerpo del hombre, ella llevaba un trocito de tetilla ensangrentada en la boca.

A partir de ahí todo fueron carreras, gritos, saltos, lágrimas y moqueo. Y dejando un rastro de chinchón tras de sí. Ese fue el momento elegido por los dioses para que su jefe entrara en la Catedral a enterarse de cómo iban las pesquisas. . Poco después, una ambulancia aparcaba frente a a entrada lateral de la Seo y unos enfermeros se llevaron a Bedulio, después de ponerle una camisa de fuerza. - ¿Qué ha pasado? ¿¿Por qué tiene ese pecho tan... turgente?- preguntó el Jefe. - La abuela, siempre dispuesta a echar una mano, dijo: El licor lo ha enloquecido ¡HA SIDO HORRIBLE!

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