martes, 23 de octubre de 2018

¡Que nochecita!

Aún no habían puesto las calles cuando sonó, insistentemente, el timbre de la puerta. - ¡Oh, no! (pensé, apenas surgiendo de un profundo sueño) ¡La abuela otra vez! - Y me di media vuelta en la cama. Pero no por mucho tiempo porque el vecino de arriba golpeó el suelo, otros gritaban a través del patio de luces - ¡¡¡ABRE DE UNA VEZ, BOBA DE CORIAAAAAA!!! - El sonido del timbre me taladraba el cerebro pero... aún así, me hice un ratito más, la remolona hasta que escuché. - ¡¡¡Llamad a las Pompas Fúnebres. Por fin se ha muerto la pesada ésta!!!

Abrí de golpe. Y ahí estaba Geoooorge y algunos de los vecinos que le ayudaban dando patadas y aporreando la puerta. - ¿Y los abuelitos? (pregunté, desorientada)

Por toda respuesta recibí un empellón que a punto estuvo de tirarme al suelo. - ¡¡¡My God, my God, my God!!! - Que mal te tienta el chinchón, inglés. Lo tuyo es el te ¡Y estáte quieto que pareces un rabo de lagartija!

- Madame contar a mi plan con Cotillau ¡Locas, LOCAS! - Pues a mi no me parece tan malo...  ¡You creizy! - !Para tu padre, por si acaso! - De repente se puso a llorar como una Magdalena. Y eso me recordó que tengo que pedirle a la vecina que traiga croasans del contenedor del súper que ya no me quedan.

Le dejé llorando y me fui a dormir ¡Menuda noche me estaba dando el mayordomo!

Empezaba a clarear el día cuando me desperté con la sensación de que no estaba sola en mi cama. Efectivamente, Geoooorge estaba a mi lado, roncando. Esto me dio qué pensar... ¿acaso quería algo de mi? ¿Un te, un café, un bisnieto para la abuela? - Hay que ver lo raro que es éste inglés. Miré el reloj. Aún podía dormir una hora más. Me metí en MI cama, le di un empujón a Geooorge para que dejara de roncar pero cayó al suelo... y siguió roncando sobre la alfombra.

Me despertó el olor a café recién hecho. El inglés había preparado el desayuno. La mesa de la cocina, puesta con mucho esmero, no parecía la misma. Aquello me gustó. Por un segundo pensé en Pascualita que estaría esperándome en el borde del acuario para desayunar conmigo y pringarlo todo de cola cao. Pero, en seguida, la aparté de mi pensamiento y me senté a desayunar.

Geoooorge, más calmado, dijo - Boba de Coriau ¿tú querer casar con mi? -

Lo rocié con el sorbo de cola cao que acababa de meterme en la boca. Está visto que en ésta casa no se puede desayunar sin pringar la cocina.

- ¿Tú decir Sí? - ¿Estás de broma? - No. - ¿Me quieres, inglés? (pregunté, parpadeando repetidamente como si mis pestañas fueran alas de mariposa) - Casar con tu ser mal menor. - ¡¡¡LA MADRE QUE TE PARIÓ!!! -



No hay comentarios:

Publicar un comentario