jueves, 17 de enero de 2019

El día del Patrón de los animales.

La abuela me ha llamado en cuanto ha llegado a su casa desde El Funeral. Serían las cuatro de la  madrugada. - "¡Nenaaaaaaaaaaaaaaaa!" - ¿Ehin...? zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz? - "Escucha una cosita antes de que te duermas... ¿me oyes?" - ¿Hummm...? zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz - "Cuando te levantes pones bien guapa a Pascualita y la llevaremos a que la bendigan... ¿OK?" - Huuumm zzzzzzzzzzz.

A las ocho de la  mañana llegó Geooorge cargado de ensaimadas. - ¡Vaya, inglés, que amable eres! - Ser para jefes míos. Madame decir que you poner guapa a ... Tú ya saber... Ella venir después... ¿Quién ser quién tú saber?

Lo eché con cajas destempladas. ¡Ni una ensaimada me dio el jodío!

Después hablé con la abuela. - ¿A quién tengo que poner guapa? - "¿A quién va a ser? ¡A Pascualita!" - No puedo. Es más fea que Picio... ¿Para qué? - "Para que la bendigan. Hoy es el día de su Patrón." - ¿Las sirenas tienen Patrón? - "San Antonio abad" - ¿Ese? tiene pinta de no saber nadar jejejejejeje. - "¡¡¡QUIERO VER A PASCUALITA HECHA UN PINCEL CUANDO YO LLEGUE!!!" - Y colgó.

Intenté pintarle los labios de pez pero se comió la barra. Quise ponerle rimel pero no encontré ni párpados ni pestañas. Los pelo-alga se resistieron a ser peinados. Al final conseguí ponerle un pañuelo en la cabeza, echado hacia adelante para que se le viera la cara lo menos posible.

La abuela metió a Pascualita en el termo de los chinos, lo colgó de su cuello y salimos camino de ses beneïdas. Le di bastante la lata: que si la van a descubrir, Que si vámonos a casa. Que si vamos a tener una desgracia... Pero la abuela siguió adelante como si nada.

Nos pusimos a la cola rodeadas de toda clase de animales, engalanados para la ocasión. La abuela iba ideal de la muerte: casquete verde loro con redecilla del mismo color delante de los ojos. Sus eternas botas de pirata, de charol rojo y tacón altísimo; medias y minifalda a cuadros escoceses. Del casquete sobresalía una larga pluma que amenazaba con dejarlos tuertos a los que estaban detrás.

Al llegar frente al cura la abuela se inclinó un poco hacia él  y su escote quedó al descubierto. El cura se azoró y balbuceando, preguntó dónde estaba el animal. - "¡Aquí! (dijo señalando el termo pero el cura miraba otra cosa) - ¿Y qué... es? - "Una sirena" (¡talmente lo dijo y añadió una espectacular sonrisa!)  - El hombre ya había perdido los papeles y mojando bien la escobilla, bendijo a la abuela y a Pascualita, con una buena ducha de agua bendita.

- ¡Venga, señora, que es para hoy! - gritaban los de atrás. Aparté a la abuela a duras penas porque quería salir en todos los periódicos y la televisión local. Además, se iban acercando niños preguntando por el "animal" que no habían visto.

Antes de llegar a casa, el careto de Pascualita asomó por la boca del termo de los chinos y me asusté. ¡Se estaba muriendo! - ¡Corre, abuela, corre!

Horas después, ya tranquilamente sentadas en la salita, hablamos sobre lo sucedido. - Se le llenó la boca de agua bendita ¡agua dulce! Y ella es un ser de agua salada. Afortunadamente, la salvamos. - "Brindemos por ello: "¡Por Pasc... !" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Otra vez brindando por Pascual? Lo tuyo es puro vicio (dijo la Cotilla a la abuela) - ¡Vergüenza debería darte! Pónme una copa, nena, que yo también brindaré por éste ladrón de esposas.






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