martes, 22 de enero de 2019

Receta de cocina para Pascualita.

Hace un frío de narices, así que, para calentar la tripa, he puesto potaje de judías pintas para comer. Le he explicado a Pascualita cómo se hacen. Primero la he colocado en el frutero de la cocina para que, viéndolo hacer, le resulte más fácil recordarlo.

- Fijate bien: conviene que antes de empezar tengas todos los ingredientes a mano para no perder tiempo y estar segura de que no te falta nada. Así que sobre el mármol de la cocina preparamos una botella de chinchón, una copa, una tapa de queso mahonés, por ejemplo. Unas rebanadas de pan para acompañarlo... - ¡Oye, Pascualita! ¿me estás escuchando? Este bicho se despista enseguida.

- Prepara una ensalada bien aliñada. Una cuchara de madera, un abridor que no se atasque a las primeras de cambio, y un plato hondo para servirlo, en mi caso debo poner dos, para la Cotilla y para mi.

- Después de haberte puesto morada de queso y chinchón, colocas un bote grande de potaje con chorizo y magro, sobre un trapo de cocina para que, a la hora de abrirlo no patine sobre el mármol. Se pincha la tapa con el abridor, se encaja éste y se procede a abrir el bote. Una vez terminada la operación, se vuelca el contenido en los platos que se meterán en el microondas en el momento de ir a comer.

- Cómo ves no es fácil de preparar, tiene sus peligros. Un corte podría infectarse y darte la tabarra algunos días. Todo es cuestión de práctica.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué comemos hoy? - Potaje. - La Cotilla no quiso saber nada más y se sentó a la mesa en espera de que la sirviera. ¡Es lo que más rabia me da! Que se las de de señora a pesar de lo que dice el refrán: que para ser cerdo o señor, hay que nacer siendolo.

Cuando escuché el saludo de la Cotilla me sobresalté. Pascualita estaba conmigo y podía ser descubierta. Por eso lancé a la sirena hacia el acuario a través del comedor pero... los nervios me jugaron una mala pasada y el tiro fue nefasto. En lugar de lanzarla lejos lo hice hacia arriba y la sirena cayó dentro del bote de potagj recién abierto.

Se escuchó un ¡chof! espeso pero no pude hacer nada por ella porque la vecina ya estaba a mi lado. Coloqué los platos en el microondas, después dimos buena cuenta de la comida. Yo sentía una leve preocupación por saber qué había sido de la sirena. El misterio quedó resuelto en cuanto la Cotilla se llevó la primera cucharada a la boca: - ¡Aaaaaaaaaaaaaggggggg! ¿Te ez ezooooo? - Después no dijo nada más porque la lengua, hinchadísima, le impedía hablar. Fue un alivio.

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