martes, 15 de enero de 2019

La Cotilla y sus negocios.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! Me da la impresión que este año, 2019, será el de mi lanzamiento como lince de los negocios. Ya no haré puro trapicheo sino negocios de envergadura. De país a país, de continente a continente... - De la Tierra a la Luna (dije yo de cachondeíto) - Quién sabe... (y la Cotilla, soñadora, puso los ojos en blanco y suspiró)

- ¿Le han hecho alguna propuesta? - Pues sí. Un pedido insólito y difícil de cumplir viviendo en una isla mediterránea en la que no abundan los elefantes. - ¿Eso le han pedido? ¡¿Un elefante?! - ¿Grande, mediano, pequeño, de colores, con la trompa levantada, o agachada, africano, asiático, de porcelana, de cristal, etc. etc. etc. Vaya, acabo de darme cuenta de que hay tantas clases de elefantes como de cucarachas. - Ay, nena, que poca gracia tienes buscando comparaciones.

La abuela llegó en su rolls royce, seguida del mayordomo con peor cara de la Unión Europea. - ¿Qué te pasa, Geoooorge? ¿Estás malito? - Mi doler cabeza... no saber que ser yo ¿inglés o europeo? Con incertidumbre no poder apostar y a mi gustar apuestas. - Pues, juégatela. - Mi no gustar perder. - Tomate un té con chinchón y vas que chutas.

Mientras yo hablaba con el inglés, la Cotilla ponía a la abuela al cabo de la calle sobre sus negocios futuros. - "¿Quiéren un elefante? Para un circo no será..." - No. Para que esté en un jardín. - "¡Pobres plantas! No dejará ni una" - Le puedo suministrar las que quiera. Plantas sobran. - "¿De dónde las sacarás?" - Suelo encontrar furgonetas aparcadas y abandonadas, con las puertas abiertas y llenas de plantas. - ¿Y? - Ya conoces mi lema, me las llevo antes de que se las lleve otra. Estas coincidencias me ayuda a llegar a fin de mes. 

- Estoy segura de que usted es la jubilada más rica de España. Debe tener los dos riñones bien forrados. Porque a la hora de gastar se estira menos que un portero de futbolín. - ¡Egoísta! - ¡Encima!.

Por la tarde llamó para decirnos que ya tenía un hermoso elefante africano, adulto. - ¡Prepara el chinchón, nena y brindaremos por ello! - Se lo comenté a la abuela y, de camino para El Funeral, los abuelitos se pararon en casa para felicitar a la Cotilla. La Abuela llevaba más plumas y lentejuelas, de lo habitual. - "Vamos a colgar el retrato de Venancio Venado, en la Pared de los Finados. Y como él iba siempre espectacular, lleno de brillos, plumas teñidas de colorines y camisas de seda, p.r.e.c.i.o.s.a.s., he querido rendirle homenaje" - Y, como el que no quiere la cosa, dejó caer una de sus plumas en el acuario, al lado de Pascualita que, escondida tras las algas, no nos quitaba ojo.

Solo, Pascualita, Pepe y yo, miramos al elefante que está en el comedor. Comento con ellos los pros y los contras de que sea una gran roca que, sin tallar, tiene forma de elefante africano que nos mira de frente. No se comerá las plantas del jardín, no dejará enormes montones de abono oloroso sobre los rosales, no se beberá el agua de la piscina... pero no se escuchará su voz trompetera.



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