viernes, 11 de enero de 2019

El nuevo negocio de la Cotilla.

No hay quién aguante al abuelito. Se ha enfadado conmigo porque quiere que le lleve al médico. - ¡Esto que tengo no es normal! - ¡No puedo llevarte porque me da la risa cuando te miro! - ¡Las chicas buenas no miran la entrepierna de un señor mayor como yo!. -  No lo hago aposta jajajajajajajaja Es que se me van los ojos allí. - ¡Dile a tu abuela que venga!

La estuve llamando toda la mañana pero, o bien el teléfono comunicaba, o según Geoooorge: Madame estar en peluquería, o estar en piscina, o bailando claqué ¡Yo que sé! No pude hablar con ella. Estoy segura que estaba en su casa, tan ricamente, mientras se lo pasaba bomba a medida que su mayordomo me decía una tontería tras otra.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡¡¡MADREDELAMORHERMOSOOOOOOOOO!!! ¿Esto que es lo que és, Andresito? - ¡Una desgracia! - ¡Que va! ¡Es una mina! Espera que te saco fotos. - ¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!! - Cotilla, el abuelito no q... - Calla, boba de Coria. Si no pones pegas te daré parte de las ganancias que saque con éste nuevo negocio.

Mientras la Cotilla sacaba fotos a placer, porque el pobre Andresito parecía un escarabajo patas arriba y no tenía mucho movimiento, yo llamaba a los teléfonos que ella me dio. Eran de revistas eróticas. - ¡¡¡QUE NO. ME OPONGO A TODO. A TODOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! - Pero la Cotilla seguía fotografiando desde todos los ángulos habidos y por haber.

Acabada la sesión, la vecina se fue a tratar con los que habían aceptado publicar esas fotos. Andresito quedó llorando a moco tendido. - ¡Que vergüenza! Una persona de mi estirpe saliendo en revistas verdes... ¡buaaaaaaaaaa!... - No te preocupes, abuelito, que tu cara no interesa a nadie. Además, no se te verá. Solo el volúmen descomunal.

Le dejé llorando mientras, en la cocina, Pascualia y yo, desayunamos. Aproveché para contarles lo que sucedía a la sirena, que más o menos ya tenía una idea porque el mordisco lo dio ella, y a Pepe que, como siempre, no se espantó de nada. Ni siquiera parpadeó.

Unas horas después, volvió la Cotilla. - El negocio ha salido redondo.

De repente su móvil sonó, sonó y sonó y no paró en toda la tarde. - ¡Hay un montón de gente que se interesa por ti, Andresito! Te quieren entrevistar hasta los de la tele. - ¡¡¡Solo faltaría esto!!!  (se lamentaba el pobre) - Este otro quiere contratarte para un espectáculo erótico-festivo... ¿Le digo que sí? - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!! - Que poco sentido del negocio tienes, coñe.

Cuando llegó la abuela nos encontró brindando con chinchón por el éxito del abuelito. - "¿Cuánto me
 toca a mi por ser su mujer?" - Mientras las dos amigas se enzarzaron en una discusión y Andresito seguía llornado, yo tiré un buen chorreón de chinchón al acuario donde estaba la artífice de nuestro nuevo negocio.



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