sábado, 12 de enero de 2019

Pobre Bedulio.

Alguien ha descubierto que Andresito está en mi casa y ahora la calle está llena de paparazzis intentando hacerle la foto del Año.

El pobre no levanta cabeza. Además, ha llamado su madre, la Momia, para preguntarle si es cierto lo  que se dice por ahí de él. - Concreta un poco, mamá... - Hablan de tu poderosa entrepierna... ¿poderosa? No sé por qué lo dicen porque la tuya ha sido siempre bastante discretita.

El pobre se ha venido abajo. Le oí murmurar entre lágrimas: para una cosa de la que puedo presumir, va mi madre y se la carga... ¡snif, snif!..

Incluso, en el programa de la Esteban se habló de él. Y lo que es peor, se hicieron chistes a su costa. Sus ojos eran manantiales que no cesaban de manar hacia el suelo y dejarme el piso hecho un asco. - ¡¡¡Paraaaaaaaaaaaaa!!! (le grité) Toma la fregona y ¡úsala cuando veas que hay peligro de inundación!

Llamaron a la puerta ¡era Bedulio! No me lo podía creer  - ¿Ya estás bueno? - No. Me he incorpodado al trabajo porque falta personal y los incendiarios de contenedores, campan por sus respetos. Pensé que me llamaban para dar con él, apresarlo y encerrarlo pero, no. Han preferido darme trato de favor y me mandan a tu casa ¡¿Trato de favor?! Sé que voy a morir cumpliendo con mi deber y me darán una medalla póstuma. - Anda, no digas más tonterías y pasa... ¡Abuelitoooooo, está aquí Beduliooooo!

El pobre Municipal cayó redondo al suelo. Se había desmayado pensando que iba a ver el ánima de mi primer abuelito. Tuve que reanimarlo a base de copitas de chinchón. Cuando se repuso me preguntó por Andresito - ¿Sabes dónde está? - Aquí, en casa. - ¿Lo has raptado, verdad? - ¡¿Por quién me tomas?! (me enfadé)

A empujones lo llevé hasta la salita donde mi abuelito lloraba sus penas. Los ojos de Bedulio se abrieron como platos al ver la "monstruosidad" que llevaba entre las piernas y se desmayó de nuevo. - Una doble ronda de chinchón lo puso en pie mientras balbuceaba: ¡quiero irme, quiero irmeeeeeeee! - Te levanto y luego te vas.

A duras penas le llevamos, lentamente, hasta el baño... Cuando pasábamos, en plan procesión, por delante del acuario, Pascualita nos miraba a través del cristal. De repente vi como hacía el signo de OK con sus deditos palmeados y tuve un mal presentimiento. Corrí a refugiarme en la cocina mientras Bedulio recibía un chorrito de agua envenenada en la oreja izquierda... Ahora la tiene como la de un gran elefante africano y le arrastra por el suelo.

No puedo parar de reír. Yo le digo que es de la alegría que tengo al verlo bien pero me parece que no se traga esta trola... jajajajajajajajaja¡


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