viernes, 18 de enero de 2019

Extraña visita.

Se ha metido un cerdo en casa. No sé de dónde ha salido. Estaba en la puerta de la finca y en cuanto entré yo, él me siguió escaleras arriba. Y al abrí la puerta de casa me dio un empujón y se coló.

Abrí de par en par esperando que cogiera el portante y se fuera por donde había venido pero se subió al sofá de la salita y no hay quien lo mueva de allí.

Llamé a los bomberos y me dijeron: - ¡Haga sobrasadas y luego nos invita, que tenemos mucho trabajo apagando contenedores, señora y no estamos para pitorreos.! - ¡Oiga, que no...! - Colgaron.

Pedí ayuda a los municipales. - Le mandamos a Bedulio (de fondo se escuchaban risas) - ¿Qué pasa? - ¡¡¡No quiero iiiiiir!!! - ¿Bedulio?

Poco después llegó el Municipal, con cara de amargado. - ¿Qué es lo que pasa? - Pasa a la salita. El problema está allí. - ¡Ni lo sueñes! De la puerta no me muevo. - ¡Hay un cerdo en mi sofá! - Poniendo los ojos en blanco, murmuró: - Lo que hay que oír. - De pronto, unos gruñidos procedentes de la salita me dieron la razón. - ¿Lo oyes? Gruñe. - ¿Por qué? - Está viendo el programa de la Esteban... tal vez le gusta. - ¡Ves como no eres normal! ( dio media vuelta para irse) - ¿A dónde vas? - A buscar al pirómano y a denunciarte por martirizar al pobre animal con esos programas. - ¡Llévate al cerdo! - No se lo llevó.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué hacía aquí Bedulio? - Tenía que llevarse al cerdo pero no ha querido. - ¿Se te ha colado un guarro? - Un guarro, un marrano, un cerdo, un cochino... - Vale, vale. Un tío sucio ¿no? - No, un animal. - Pues eso...

Gruñó de nuevo aunque de distinta manera. Corrí a la salita y vi, espantada, como el gorrino acababa con la botella de chinchón que había tirado sobre el sofá. - ¡La madre que lo parió! (gritó la Cotilla) ¡Déjanos un poco!

Llamaron a la puerta y pensé, aliviada, que Bedulio había vuelto pero en lugar del Municipal, en el rellano de la escalera había un humilde fraile. - Me han dicho que está aquí mi hermano. - Pues..., no señor. Le han informado mal. - Un potente gruñido y un trotecillo alegre anunciaron la llegada del cerdo. - ¡Hola, hermano cerdo!... ¿Ya has vuelto a beber? No te lo voy a tener en cuenta porque es mi fiesta. - Mientras bajaban la escalera, pregunté: - ¿Cómo se llama, señor Fraile? - Antonio, para servirle. - La Cotilla, nerviosa, preguntó a su vez. - ¿Te llaman Antón? - Veo que me conoces. - Y desapareció en la noche.

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