sábado, 2 de marzo de 2019

Disfrazada.

Menudo rifirrafe hemos tenido, de buena mañana, la abuela y yo. Está empeñada en disfrazar a Pascualita y llevarla a la Rúa y entre el ¡qué sí, qué no! se nos han pasado dos horas por lo menos.

He terminado agotada y dando mi brazo a torcer en cuanto ha salido a relucir la Torre del Paseo Marítimo... Me fastidia mucho éste chantaje porque ¡mira que si me muero primero! Sería el colmo de los colmillos que, después de tantas claudicaciones, se la quedara la Cotilla.

Acabada la discusión ha sacado del bolso, carísimo, un paquetito. - "Vamos a probarle el disfraz" - La sirena no me quitaba los ojos de encima mientras la abuela y yo hablábamos a gritos. Ahora, viendo que no tiene a nadie a quién defender, le ha hecho la señal de OK como diciendo: - ¡Hemos ganado! - A veces pienso que no estaría mal comerme a la media sardina con pimientos fritos.

Ha vestido a Pascualita ¡de sevillana! con un clavel reventón y una peineta en lo alto de la cabeza. Cómo lo ha enganchado en los cuatro pelos-algas del bicho es un misterio Y no contenta con eso, le ha pintado los ojos y los labios. También ha conseguido ponerle algo que la sirena no tiene: pestañas. ¡Ahora sí que da repelús! Es, talmente, un monstruo de las profundidades con el rimel corrido.

Le ha salido un poco caro maquillarla porque se ha comido tres pintalabios, de Chanel, en un visto y no visto.

Expresé mi rechazo a ir con ellas por las calles de Palma. - No quiero que me tiren piedras o que la gente salga corriendo cuando la vean. Y por otro lado ¡no pueden verla o nos la quitarán para estudiarla en un laboratorio, una vez la metan en formol. - "¡No seas agorera! Mirala que bonita está." - Deberías pedir hora al oculista ¡¡¡AAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!!! ¿Qué pasa? -

Esta mujer no aguanta nada. Después del pescozón que me ha dado, ha puesto a la sirena en el broche y se han ido a pasear... Me he fijado que la sirena iba masticando algo negro que asomaba entre sus dientecitos de tiburón... ¿una cucaracha? ¡Aaaaaaaaaaaaaahg!... No, no es eso. Es... ¡una de las pestañas postizas! Este bicho no está hecha para presumir.

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