jueves, 14 de marzo de 2019

Poco a poco, volvemos a la normalidad.

Después que se fueran los Geos llegó tranquilidad a casa. Por más que buscaron no encontraron a Pascualita que estaba metida en la despensa, dentro de una garrafa llena de agua de mar y en el rincón más oscuro.

Respiré cuando se fueron pero, al momento ya los echaba de menos. Llamé a la abuela para contárselo y me dijo de todo menos bonita. - "¿Por qué no me has llamado, boba de Coria?" - ¿Y qué ibas a hacer tú? - "¡Darle una alegría a la vista!. No todos los días te visitan unos tiarrones a los que les sienta de miedo el uniforme" - Eso es lo que me ha pasado a mi y ahora los añoro. ¡Que cuerpos, que apostura, que tentaciones...! - "¡Calla! No te voy a perdonar en la vida que no me llamaras. ¡Y no me cuelgues que aún tengo muchas más cosas que tirarte en cara!"

Así me tuvo una hora.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Vengo seca. - ¿Quiére chinchón? A ver cuando se estira un poco y me trae una botella, que todo lo tengo que poner yo: casa, sofá y chinchón. - ¿Te ha dicho tu abuela que eres insoportable? - Toda la tarde.

La Cotilla se dirigió a la cocina. - ¡Quiero agua! - Me paré en seco. - ¿Quiere algo especial para su funeral? - ¡Quita, mal fario! ¿A qué viene ésto? - ¿A dicho AGUA?

Entró en la cocina y salió con una garrafa en la mano. ¡La garrafa de Pascualita! Me levanté de un salto y le di un manotazo. Hubo agua por todo y palabrotas para dar y tomar, pero yo me quedé tranquila porque la sirena salió disparada bajó el aparador y allí se quedó.

Antes de irse echando pestes, la Cotilla se bebió a morro la poca agua que quedó en la garrafa. - ¡¡¡AAAAAAAAHG. ¿QUÉ ES ESTO? ¿AGUA DE CARABAÑA?!!! - No. Agua de mar. - ¡¿A santo de qué?! - Es para rellenar el acuario. - ¡¿Ese trasto sin peces?! ¡Cómo vas a tener un novio que te haga un bisnieto para tu abuela, alma de cántaro! - Y se fue mientras, con el dedo índice puesto en la sien, indicaba que yo estaba loca de atar.



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