sábado, 9 de marzo de 2019

Pascualita no volvió a casa.

Estoy molida, crujida, dolorida... ay, ay, ayyyyyyy.  Así estoy todo el día, cantando por "bulerías" aaayyyyyyy.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Anda, pues es verdad que fuíste atropellada por la manifestación de ayer! Pero mira que eres tonta... - ¡Oiga, no me insulte! - ¿No podías haberte tirado al suelo delante de una cámara de televisión o de fotos? ahora serías famosa y saldrías en los telediarios. - ¡Quite, quite!

En mi cuerpo hay más cardenales que en Roma cuando están en Cónclave a la búsqueda de un nuevo Papa. A pesar de todo estoy contenta de haber ido a la manifestación y ver la cantidad de personas: mujeres y hombres de todas las edades, codo con codo, pidiendo igualdad.

La abuela entró como un tornado. - "¡¿Dónde está?!" - ¿Quién? - "¡Pasc... ! hola, Cotilla. No te había visto" - ¿Ya está tu nieta haciendo, de nuevo, de alcahueta? - ¡¡¡COTILLA!!! - Se lo voy a decir a tu abuelito y verás que pronto cambia el testamento. - Y salió corriendo de casa.

¿Cómo puede correr tan de prisa una persona casi centenaria? Lo sé. El egoísmo la tiene dominada. Va loca por una herencia. Tendría que salir tras ella y evitar que se chivara a Andresito. Pero digo como la canción: ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYY, NO ME PUEDO LEVANTA-AAAAAR....!!!

En cuanto quedamos solas, la abuela me contó que Pascualita saltó de la vieja lechera mientras escuchaba los parlamentos del final de la manifestación. - "¡Ni me enteré! Pobrecita mía ¿Qué le habrá pasado?" - Habrá mordido a alguien. - "¡Eso, ahora, es lo de menos! boba de Coria!" - Esto... A mi me duele TODOOOOO. - "Mira que eres envidiosa. Ahora resultará que lo tuyo es peor que lo de la pobre sirena"

Naturalmente, tuvimos un rifirrafe. Después del sofocón nos sentamos en la salita y pusimos la televisión mientras trasegábamos unos cuantos chinchones. Las noticias de IB3 hablaban de la manifestación, mostrando imágenes cuando, de reprente, grité: - ¡Mira, abuela. A ese hombre le ha mordido Pascualita!

El hombre tenía una oreja descomunal y se lamentaba lastimeramente. El periodista, ávido, preguntaba: - ¿La agresión viene de las filas de los otros partidos? - ¡Y yo qué se! ¡Cómo dueleeeeeee! ¡Era un bicho! ¡SEGURO! - ¿Pero usted lo ha visto? - ¡Ya le he dicho que no. Pero lo he sentido! Aaaaaaaaayyyyyyyyyyyyy! - ¡¡¡Pascualita, allá vamos!!! (grité) - Y salimos corriendo en busca del "atacado"

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