domingo, 10 de marzo de 2019

Pascualita sigue sin aparecer.

La abuela ha mandado a Andresito  a la televisión para que le informen sobre el señor de la oreja descomunal. - ¿Por qué no has ido tú? - "Porque él, al ser conocido por rico, familia y Partido político, tiene más posibilidades de que lo atiendan bien," - ¿Y a ti no? Pues ya me dirás para qué salimos a la calle el día 8... - "No confundas la gimnasia con la manteca, nena. Ahora que no es nadie en su Partido hay que darle opciones para que se sienta importante." - ¡Que jodía eres, abuela!"

Andresito llegó cuando nosotras íbamos por el segundo chinchón. - ¡Que mal rato he pasado! No me dijiste para qué querías encontrar a ese señor y no he sabido qué decir. Me habrán tomado por tonto... - "Eso da igual. Lo importante es saber que te han dicho de ese hombre" - Pues, eso... que le picó un bicho... que no sabe de qué clase. También dijo que alguien le había comentado que fue una especie de pescado ¡Ya ves tu la tontería de un borracho! Seguro que lo era.

- "¿Y dónde vive?" - ¿El del pescado? - "¡El de la oreja descomunal, coñe!" - Ah, no sé... Como no he dicho para qué lo queríamos...

La abuela montó en cólera y eso es digno de ver. Agacha la cabeza y embiste como un miura, soltando mamporros a diestro y siniestro Es una fuerza de la Naturaleza.

De repente me dio un pescozón, seguido de un empujón, me cogió de la mano y salimos tambaleándonos las dos, a la calle. Entramos en el edificio de la tele en plan Aquí estoy yo y preguntando por el Director. - Perdón (dijo a una chica que estaba detrás del mostrador) queremos ver al Director. - ¿Tienen hora? (preguntó muy tiesa ella) - "Las cinco" (cuando la abuela se pone chula no hay quien la tosa)

- ¡No pueden pasar! - "Eso mismo dijo mi último amante y, desde entonces, lleva veinte años criando malvas" - La secretaria abrió los ojos de par en par. ¿En serio? - Y mientras ella reaccionaba, nosotras entramos, por las bravas, en el despacho del Director. La abuela no se anduvo por las ramas - "¿Dónde vive el orejón?"

En un momento tuvimos la dirección y entramos en la escalera. El Orejón abrió la puerta y yo grité, abriendo los brazos, - "¡¡¡POLICIA!!! ¡Venimos a registrar la casa!!" - Pero no encontramos ni rastro de Pascualita.

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