sábado, 23 de marzo de 2019

La Santa Cena.



He comprado pescado en el mercado y al llevarlo a la cocina, Pascualita ha salido el acuario como un misil: hacia arriba y a la velocidad del rayo, después se ha dado una costalada contra el cuadro que está encima del aparador. 

El olor la ha espabilado. Se ha pasado toda la mañana haciendo el vago. Nadando lentamente, entre dos aguas. Bajando y subiendo, exhibiéndose voluptuosa... sabiendo que yo la miraba con envidia porque nunca podré nadar como ella... Por eso, de vez en cuando, se asomaba al borde del acuario y me lanzaba buchitos de agua envenenada la jodía.

Pero el olor a pescado ha removido sus más fieros instintos y ha saltado con la dentadura de tiburón hacia afuera, solo que no ha calculado bien y la ha clavado en la Santa Cena que está sobre el espejo. Entonces ha sido a mi a quién se le han removido los instintos al darme cuenta de lo antigua que es la decoración de mi casa.

Hablé con la abuela: - Cuando vengas, acuérdate de llevarte la Santa Cena. - "¿Qué cena?" - La Santa. - "¿Qué santa?" - ¡No te hagas la loca que te conozco! El cuadro es tuyo. - "¡Que dices. Que va a ser mío si soy más de izquierdas que el primer Pablo Iglesias!" - Pues yo, ni lo compré ni lo colgué. - "Creo recordar que era de una tía-abuela tuya por parte de padre. Como ves, no tiene nada que ver conmigo." - ¡Te la vendo! - "¿Ya le has dado al chinchón?" - Dile al abuelito que es una obra de arte que compramos, sin saberlo, a un chamarilero y que, hace unos días me confirmaron que la talló Benlliure. -"¿Sabes dónde vive el abuelito, boba de Coria? ¡En la Torre del Paseo Marítimo, conmigo! ¿cómo voy a poner ésto en mi casa si no pega con la decoración? ¡Anda ya!"

Después de la conversación infructuosa con la abuela, me he subido a una silla para intentar arrancar a Pascualita de la Santa Cena a la que no había sido invitada. Me costó un rato. Después, para que no pagara su mal humor conmigo, le di un pescado. Lo examinó y en un santiamén desapareció en su estómago.

A este bicho vale más regalarle un traje que invitarla a comer. Vaya ruina entre la sirena y la Cotilla.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué comemos hoy? - Pescado. - ¿Qué le ha pasado a la Santa Cena? (se acercó, entornó los ojos y dijo): - Juraría que se la han querido merendar... ¿Eso es un mordisco, verdad? - Parece... - (Me miró con curiosidad) - ¿No habrás sido tú, boba de Coria? - ¡¡¡Nooooooo!!! - ¡Has sido tú! Cómo si lo viera jajajajajajaja ¡Verás que risa cuando se lo cuente a tu abuela jajajajajajajaja

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