miércoles, 6 de marzo de 2019

Hemos puesto a Pascualita a plan de adelgazamiento.

Pascualita no puede con su cuerpo. Ha engordado tanto, tanto que a penas puede nadar porque su peso la hunde. Hemos decidido ponerla a plan: ejercicios a tope y dieta drástica. Solo así volverá a tener la cinturita de avispa marina que tenía antes de hacer vendas de pescado.

Le propuse a la abuela empezar haciendo unas tablas de gimnasia sueca: - "¿Tú crees?" - ¡Claro! ¿No has visto lo guapas que son las suecas? Después podrás ponerle una peluca rubia  jajajajajaja - "¿Te estás riendo de su desgracia?"

Vi la ira reflejada en sus ojos y eché balones fuera. - ¡Dios me libre, abuela! Era por distender el ambiente... - "No creo que esa gimnasia sea la adecuada para Pascualita ¡no tiene piernas!"

Estuvimos discutiendo toda la mañana y al final acordamos en emplear el método que ya usamos con ella hace mucho tiempo: meterla en la bañera, llena de agua de mar, con una cuerda atada a su cintura y que diera vueltas y más vueltas hasta agotarse. Quien algo quiere, algo le cuesta.

- "Puedes poner por delante un palo con algo de comer que le guste para incitarla a cogerlo, como un burro tras una zanahoria" - ¿Cómo que "puedo poner? ¿Tengo que hacerlo yo? ¡Si tu no tienes nada que hacer? - "Cuidar mi vida social ¿Te parece poco?"

La jeta de la abuela no tiene igual en el mundo.

La sirena tiene que hacer una dieta estricta: ¡comerá verduras y nada más! - "Eso mismo. Algas en cantidades industriales" - Mejor en cantidades discretas. - "¡Pasará hambre!" - Luego nos lo agradecerá. - No sé, no sé... pobrecita.

Me tocó trajinar las garrafas de agua de mar hasta la bañera de casa ¡Yo sola! Y pelearme con Pascualita porque no quería pasar horas detrás de un trozo de jamón serrano colgado de un palo. Pero me mostré intransigente hasta que el brazo que aguantaba la cinta que ataba a la sirena se me durmió. Aaaayyyyyy ¡que dolooooooooor!

La sirena empezó a comer algas, cada día las mismas y acabó harta. cada vez que me veía me las tiraba a la cabeza. - ¡Pascualita, estate quieta, jodía!

Y así, entre ejercicios de natación y pasando más hambre que un maestro de escuela antiguo, el cuerpecito de Pascualita se fue convirtiendo en el de una sílfide,

No hay comentarios:

Publicar un comentario