lunes, 18 de marzo de 2019

La abuela no tiene enmienda.

Recorrí la playa de punta a punta. Y sí, el desmayado era Andresito. También es cierto que parecía Popeye con los antebrazos hinchadísimos. Una vez que hube confirmado, junto con la abuela, su identidad, me dediqué a buscar a Pascualita.

La abuela, desde su puesto al lado de su marido, me indicaba a gritos: - "¡Mira junto a esa papelera!", "¡En aquel montón de algas!", "¡Debajo de la toalla ...!", "¡En bolso de esa tía!"... - Llegando a éste punto empecé a tener dificultades porque a nadie le apetece que a una extraña le de por rebuscar en bolsos ajenos, y pasé de la abuela.

Después de mucho tiempo dando vueltas como un molino, removiendo cada bulto de arena sospechoso de albergar a Pascualita, di con ella. Estaba pegadita a una de las patas de la torre de vigilancia y no presentaba buen aspecto. Se había peleado con alguien y no había salido muy bien parada. Eso me sublevó. ¿Por qué tiene que salir de casa cada vez que se le antoje y exponerse a pasarlo muy mal?

A regañadientes, se la llevé a la abuela. - ¡Mira cómo está por tú culpa! - Los ojos se le llenaron de lágrimas, después me miró y con toda su desfachatez, me dijo: "¿Seguro que las heridas no se las has hecho tu para hacerme sentir mal?" - Aquello fue la gota de llenó el vaso.

Metí a la sirena en el termo de los chinos y se lo puse a la abuela. - Haz lo que quieras con ella. Yo me lavo las manos. - Y me marché muy dignamente.

Por la tarde me llamó Geoooorge: - Tu venir a casa a Torre Paseo Marítimo, boba de Coria. Jefes estar muy mal. Yo preocupar. - Me hice de rogar un buen rato y al final pregunté qué pasaba. - Bicho atacar de nuevo. Yo llevar red de cabeza a pies. ¡Madame tener barriga llena de niños! - ¿Estás borracho? - Lloraba de miedo cuando dijo: ¡¡¡Yo nunca ver parto!!!, ¡¡¡Yo desmayaaaaaar.¡¡¡, ¡¡¡Querer ir a my hause!!!, ¡¡¡TU VENIIIIIIIIR O YO LLAMAR POLIS!!!

¡Menudo cuadro me encontré al llegar a la Torre: el inglés, calvo perdido y con el cuero cabelludo lleno de mataduras y mordiscos. Andresito  sin poder valerse de sus brazos y la abuela con una barriga exagerada. - ¡Hala, abuela. Parece que llevas veinte críos! - Con una vocecita apenas audible, la abuela me contó: "Ha sido la jodía de la sirena quién me ha mordido. ¡No me lo podía creer! Y todo porque no le he querido dar una fresa..." - ¿Por qué no se la has dado? - "¡Era la última que me quedaba"




No hay comentarios:

Publicar un comentario