lunes, 4 de marzo de 2019

Vendas de pescado para Andresito.

Achicharrado quedó Andresito. No había por donde cogerlo. El pobre estaba en un AY. Lo tocábamos aquí: ¡AY! Lo tocábamos allí: !AY¡ Hasta que la abuela se hartó y le metió una bronca de padre y muy señor mío: "¡Ya vale de cantar flamenco, cansino, que eres un cansino! Llora como hombre lo que no has sabido defender como mujer..." - Abuela, es al revés. - " Así es como se lo dijo la madre a Boabdil, lo que pasa es que la Historia la escriben los hombres y la trastocan."

No quise llevarle la contraria porque me pareció que estaba cargada de razón. Y no tenía ganas de recibir uno de sus pescozones.

Según nos dijo una vecina, que una amiga le había contado una noticia que vio en la tele, lo mejor para aliviar las quemaduras es envolverlas con piel de pescado. Y la abuela, que todo le parece poco para su Andresito, me mandó al mercado a por varios kilos de pescado. - ¿No tienes un mayordomo inglés? ¡Pues que vaya él que para eso le pagas!

Resulta que a Geoooorge esto de Brexit lo tiene deprimido, pobrecito y no conviene que se estrese. ¡Menudo cuento se gasta el gachó! - ¡Pues yo no voy! - "Pues la torre del Paseo Marítimo será adjudicada a... ¡la Cotillaaaaaa!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡¿Que buena nueva han escuchado mis oídos?! ¡YUJUUUUUUUUUU! Andresito y tú ya podéis moriros tranquilos y yo disfrutare mi herencia. - ¡Alto ahí! A la abuela le ha calentado la boca el chinchón que lleva trajinándose desde el desayuno. Ahora mismo voy a hacerte el recado, abuelita querida.

Salí corriendo para que la Cotilla no me tomara la delantera. Volví con la cesta llena de peces y encima, me tocó despellejarlos con mucho primor. Tengo la casa que apesta aunque esté todo abierto de par en par.

El abuelito está, tipo momia, todo vendado con piel de pescado. No sé si eso le irá bien o mal pero ha conseguido que todas las moscas del barrio se reunan en casa para celebrar que tienen un festín a mano.

Pascualita, escondida entre las algas del acuario, se está poniendo morada de comer trocitos de pescado. No importa los kilos que ha comido, ella sigue tragando. ¡Menudo estómago tiene la antidiluviana ésta!

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