miércoles, 20 de marzo de 2019

He metido la pata.

Bueno, voy a poner un poco de orden en casa porque, no vaya a ser cosa que Pascualita me acabe mordiendo también. De modo que ésta mañana la he sentado en el frutero de la cocina y le he soltado el sermón: - ¡Nada de caprichitos! ¡Nada de salir de casa cuando te de la gana! ¡Nada de tirar el cola cao y ponerme la cocina perdida! ¡Nada de escupir agua envenenada! Y, sobre todo, ¡nada de  morderme a mi!

La sirena me ha escuchado atentamente. Con sus fríos ojos de pez mirándome fijamente. Hay que ver lo lista que es y lo rápido que entiende las cosas... ¡¡¡NOOOOOOOOOO!!! - De repente, ha saltado dentro de su taza y ha habido cola cao por todo. Y no contenta con eso, ha vuelto a hacerlo dos veces más pero dando saltos mortales con giros y tirabuzón, hasta que no ha quedado ni una gota en la taza. Después ha ido lamiendo todo el líquido que ha encontrado por la mesa.

Y mientras yo me desgañitaba poniéndola a parir, ella ha trepado al frutero y, muy seria, ha hecho la señal de OK con sus deditos.

Han llamado a la puerta y he ido a abrir sin dejar de proferir maldiciones. En el rellano de la escalera había unas cuantas vecinas, asustadas. - ¿Qué te pasa, nena? ¿Quién es esa Pascualita que te ataca? ¡No tengas miedo que ya hemos llamado a los municipales! ¡Cierra la puerta para que no salga!

De repente me quedé muda. ¿Cómo sabían que una sirena llamada Pascualita, vivía en mi casa? ¿Y por qué venían los municipales? ¡Oh, no! ¿Me la quitarían para llevársela a un tenebroso laboratorio donde la descuartizarían para estudiarla? Aterrada, me metí en casa cerrando de golpe la puerta.

Corrí a esconderla en el acuario - ¡¡¡Métete en el barco hundido. De prisa!!!

Volví sobre mis pasos y al entrar, ya más tranquila, en la cocina y ver el desastre que había hecho la puñetera medio sardina, me di cuenta que quién había dado tres cuartos al pregonero sobre la sirena, había sido yo con mis gritos.

Mientras limpiaba llamaron de nuevo a la puerta. - ¡Abrán a la policía! - ¿Está Bedulio? (pregunté) - ¡¡¡Somos los Geos!!! - Antes de que acabaran la frase yo ya había abierto. ¡Madre mía cómo me ponen los uniformes!

De nuevo pusieron la casa patas arriba pero no encontraron nada. - Sabemos que aquí ocurren cosas raras (dijo uno de ellos) - Pues... como no sea el espíritu de mi primer abuelito que tiene muy mal genio... No sé que otra cosa puede ser... - ¿Perdón?... ¿Ha dicho "espíritu"? (me pareció que le temblaba la voz al Geo) - ¿Quiéren que lo llame? - No, señora... no hace falta... - Será un momentito. - Que no..., que no... ¡¡¡Hasta luego, Lucaaaaaaaaaaaaaaaas!!!

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