viernes, 26 de abril de 2019

A Bedulio no le gusta su nombre.




Esta mañana la arañita no estaba. ¿Tal vez se fue después de hacer una buena obra, como por ejemplo, el jersey para Pascualita? Tendré que consultar este hecho paranormal (porque muy normal no es) con alguien entendido en éstas lides.

Pero no conozco a nadie. Tal vez la abuela, o la bisabuelastra que lleva mucho más tiempo que nosotras en éste mundo, puedan ayudarme a encontrar un buen medium o brujo-bruja o algo así.

Llamé a la Torre del Paseo Marítimo pero allí solo estaba el mayordomo. - Dile a mi abuela que se ponga, porfi. - Madame no estar. - ¿El abuelito? - No estar. - ¿Mi bisabuelastra? - Estar pero no. - ¿De qué vas, inglés? - Gran madame estar con cubanitos-culitos-respingones y yo no molestar. - ¡Tengo que hablar con ella, jodío! - Mi quitar polvo. - ¡Y me colgó el teléfono!

Me asomé al balcón y vi pasar a Bedulio. Lo llamé a gritos porque el tráfico de la calle, en esos momentos, era muy grande. - ¡¡¡BEDULIOOOOO!!! ... ¡¡¡B.E.D.U.L.I.O.O.O.O.O.O.O!!! El semáforo se puso en verde para los peatones y el ruído de motores cesó. El rostro del Municipal se puso rojo como la grana mientras la gente lo señalaba y se partían de risa.

- ¡Beduliooooo! ¿Conoces alguna bruja a quien pueda consultaaaaar? - El hombre aceleró el paso, deseoso de alcanzar la esquina y desaparecer. Naturalmente, insistí porque el asunto me interesaba. - ¡¡¡Oiga, señoraaaaaaaaaaa. No deje que se escape el Municipaaaaaal!!! - Ella, con mucha gracia, me preguntó, - ¡¿Cómo dice que se llamaaaaaa?! - ¡¡¡BEDULIOOOOO!!! jajajajajajajaja

La mujer lo agarró de un brazo y le hizo dar la vuelta en redondo. - ¡Le llaman desde aquel balcón!

Le hice señas de que subiera. Lo hizo muy a regañadientes porque la gente lo miraba y no pudo negarse. - ¿Qué pasa? (preguntó muy seco) - Qué si conoces alguna persona que sabe de brujerías... - ¡No empieces con éste tema que me voy! - Entonces le conté la historia de la arañita laboriosa y la milagrosa aparición de un jerseicito tricotado.

- ¿Tienes chinchón? - Se bebió tres copas en un santiamén. - Menos mal que estás de servicio (se notaba la ironía pero él no sabe lo que es eso) - Es que si no es así ahora mismo no estaría aquí.
- Al final me recomendó un gurú africano que reparte folletos anunciando sus "artes"

Salí, nuevamente, al balcón a despedirlo. - ¡¡¡ADIOOOOOOOS, BEDULIOOOOOO!!! - Luego dirá que no soy atenta y simpática.

Unos gorriones estaban formando un jaleo entre las ramas del árbol de la calle. - ¡Eh! ¿Qué pasa? - ¡Allí estaba la arañita!Tejiendo un escondite en las hojas mientras los gorriones se enzarzaban para ver quién se la comía. Para cuando acabaron de discutir ya no había nada que comer. La muy lista se había camuflado. Entonces pensé que, ya que estaba aquí, tal vez pudiera tejer otro jersey para Pascualita porque éste no se lo llevaría la Cotilla. Y dejé las agujas y la lana en el balcón.

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