martes, 30 de abril de 2019

¡Campeona!

Me desperté de sopetón. No entraba ninguna luz por la ventana de mi cuarto y yo sudaba a chorros. El edredón, la manta zamorana y las sábanas de franela que me cubrían, no tenían nada que ver con eso. Era por lo que acababa de soñar porque, inconscientemente, me había dado cuenta de que, a partir de ahora, mi vida daría un cambio de 180º

Llamé a la abuela. Una voz rasposa contestó: ¿Yes...? - Que se ponga mi abuela, inglés. - No estar... - ¡Pero si van a dar las claras del día!. Mira bien en su cuarto. - Escuché un clic ¡el inglés de las narices acababa de colgarme el teléfono!

Llamé a El Funeral. - Tu abuela no puede ponerse porque siguen celebrando la colocación de la foto de Asdrúbal Fernández en la Pared de los Finados. - ¿Todavía? - Es que el hombre era muy de la juerga y pidió que el día de hoy fuera apoteósico. Y así está siendo ¡¡¡La policía acaba de entrar en la cafetería!!! Tu abuela está intentando sacar a bailar al sargento que lo manda... ¡La que se va a liar!

No pude dormirme de nuevo. Tenía que contar a alguien mi sueño pero no eran horas de congregar a mis vecinos en sus rellanos de la escalera y narrarlo a gritos. Entonces recordé que tengo dos buenos "escuchadores" y me junté con ellos en la cocina.

Pascualita estaba cabreada. No le gusta que la molesten cuando duerme y Pepe... Ese ni pincha ni corta. No tiene sangre en las venas. No tiene nada pero está atento: - Os he convocado porque quiero comentar algo muuuuy importante para mi y espero que para vosotros también.

Me he enterado que, contra todo pronóstico familiar, soy una campeona. ¡Todo bicho viviente lo es! Incluso vosotros dos. Quien ha vivido, vive y vivirá en el futuro es un campeón. Porque a ver ¿quién ganó la carrera más importante de nuestras vidas?... ¡Todos los que estamos aquí!

La carrera de velocidad empezó en el momento en que, según nos cuentan porque yo de éstas cosas no sé, las abejitas... ¿o eran mariposas?... La cuestión es que una burrada de pequeños bichejos con colita corrieron como posesos hasta un óvulo que esperaba impaciente, la llegada del campeón.

- Si fui campeona una vez, ¿por qué ahora no voy a serlo? - Los vivos lo somos todos, Los que perdieron acabaron en el Limbo y ahora, vete a saber tú dónde los han metido porque, el Papa, de repente, un día dijo: ¡No hay Limbo que valga! - Y no hay Limbo que para eso es el jefe. ¿Y los que lo habitaban?... ¡Angelitos! - ¡PAF! Un chorrito de agua de mar que, a punto estuvo de darme de lleno en un ojo, fue lanzado por Pascualita, harta de escuchar tantas sandeces.

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