sábado, 13 de abril de 2019

Preparándose para la Semana Santa.



Ya está la abuela con sus cosas raras. Se ha presentado en casa con una caja de zapatos en las manos. - ¿Por qué la llevas tú si tienes un mayordomo que podría hacerlo? - "Porque es una cosa para Pascualita" - ¿Un regalo? ¿Y para mí que hay? - "Un ruiseñor con las patas verdes" - ¡Huy, que bonitooo! - "Tiene razón la Cotilla cuando dice que, además de ser tonta de nacimiento, te entrenas"

Se asomó al acuario: - "¿Dónde está lo más bonito de la casaaaaa?" - Como un rayo, la sirena se plantó delante de sus narices. Acto seguido se procedió a la apertura de la caja misteriosa. Dentro había un vestido de seda negro, una peineta y una mantilla. Todo liliputiense porque era para la medio sardina.

- ¿Para qué es todo ésto? (no pude evitar que en la voz se me notara la envidia cochina que me corroía) - "Estamos a las puertas de la Semana Santa y voy a desfilar como Manola, en la procesión de Jueves Santo" - ¿Y yo? (¡No quise decir esto pero el subconsciente me traicionó!)

- "Tú sabrás, boba de Coria. Pascualita vendrá conmigo en plan broche y me lo prenderé en el escote para que no se pierda nada de la procesión. Ya me la imagino, cuando vuelva a su hábitat, desfilando delante de una procesión de langostas por el fondo del mar... (En este momento, emocionada, soltó una lágrima que no cayó en la arena porque no estábamos en la playa pero sí en mi copa de chinchón) - ¡¡¡Abuela!!!

Naturalmente hubo que vestir de Manola al adefesio marino para ver si el conjunto le estaba bien o necesitaba retoques. - "¡¡¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyy, que bonitaaaaa está mi sirenitaaaaaaaa!!!" - Pensé que le daba un ataque.

A decir verdad estaba para hacerle una foto y sacarla la noche de Todos los Santos: La peineta se sujetaba a duras penas en los pelo-algas, el vestido negro resaltaba muchísimo la piel blanca-violácea-verdosa-amarillenta de Pascualita, tanto que cuando la vi se me pusieron los pelos de punta. La mantilla enmarcaba una carita de ojos y boca de pez. Y cuando pensé que ya no podía estar más horrorosa, va la abuela ¡y le pinta los labios de rojo pasión!

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