martes, 2 de abril de 2019

Campaña electoral.

Los abuelitos se han parado en casa, camino de la suya, a la salida de El Funeral. Ni que decir tiene que yo dormía a pierna suelta y me costó mucho enterarme de que el timbre que sonaba era real. Así que me levanté acordándome de todas la parentela de quién me visitaba a esas horas brujas de la noche.

 - "¡Hija de mi vida! ¿cómo se puede dormir tanto?" - ¡Al grano, que tengo mucho sueño! - "Vengo para recordarte que tienes que ir, mañana sin falta, a comprar alpiste para mi canario. Hale, sigue con lo que estabas haciendo" - ¡Y se largó!

Me costó, dios y ayuda, poder dormirme. De repente una rabia incontenible me ahogaba y llamé a la Torre del Paseo Marítimo. - Zzzzzzzz ¿quién ser? - Dile a mi abuela que se ponga, inglés. - Madame dormir. Mi no llamar. - Es muy importante. - A mi plin, mi dormir en Picolín. - ¡La madre que te parió!

Desde que los políticos están en campaña electoral, Pascualita no aparta la mirada de la televisión. Está pendiente de ellos, ¿Entenderá lo que dicen? ¿Descifrará las ideas de los programas electorales, mezcladas con la morralla del insulto, la mentira y la difamación? Es capaz.

Nos estamos acostumbrarnos a merendar a media mañana, un buen bocadillo con chorizo de Cantimpalo y una botella de chinchón. Así se nos entona el cuerpo cosa fina. En cuanto sale el primer careto afilamos el oído y cada vez que entendemos algo brindamos con chinchón: ¡¡¡Hip, hip, hip, hurra!!! Cuando acaban los programas nosotras estamos borrachas perdidas pero, lo importante, es que nos hemos enterado de todo... Creo.

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