lunes, 1 de abril de 2019

Estoy expléndida.

He llamado a los abuelitos, a Bedulio, a la Cotilla, a la Momia, incluso a Blas el parado y al Médico (el hijo de Andresito) ¡A todos! Y remarcando "Es urgente"

A la hora acordada estaban todos en casa, como clavos. "¡¿Qué pasa, nena? ¿Por fin vas a tener a mi bisnieto?!" - ¿Nos has llamado para pedirnos dinero? Ya te digo de antemano, que estoy sin blanca. (dijo mi abuelito) - ¿De qué va ésta movida, boba de Coria? ¿Te estás muriendo? - No es eso, Cotilla. - ¿Así que vas a morirte antes que yo? ¡Gracias, nena! No sabes lo que me gusta ir a funerales que no sean los míos. - Tranquila, bisabuelastra. - Estaba en la puerta de la iglesia de San Miguel para recoger las limosnas a la salida de misa... Espero que me hayas llamado por algo importante. - Sí, Blas... - ¡Estoy deseando recibir una de esas espectaculares patada en la espinilla! Nadie las pega como tú. - No te irás sin probarlas.

Estábamos todos al rededor de la mesa del comedor y sobre ella, un mantel cubriendo una pirámide... ¿de qué? - ¡Un momento! (gritó la Cotilla) Alguien ha cambiado el acuario sin peces, de sitio... ¿A santo de qué? - ¿Un capricho (le pregunté) ¿Te va bien esa excusa? - No. - Es para que mi primer abuelito, que vive en él, no nos pierda de vista (ni Pascualita tampoco, pensé).

Un escalofrío recorrió a la mayoría de las espinas dorsales de los presentes. Siempre impresiona lo que tiene que ver con fantasmas. Bedulio perdió el color y se mareó ostensiblemente. - ¡Toma chinchón! (corrí en su auxilio porque no era momento para desmayos)

- ¿Hay algo para comer? (preguntó la Cotilla) - Por toda respuesta, di un tirón del mantel y apareció una pirámide de... ¡latas de conservas! - "¿Esto que é lo que é?" - Un regalo que os hago a todos. Os lo vais a repartir como buenos amigos.

Necesito sitio en la despensa para poner nuevas latas de verano. Y no voy a tirar todo ésto ¡Es un capitalito lo que está aquí y os lo ofrezco desinteresadamente!

Debo reconocer que les pilló de sorpresa verme tan desprendida. - ¿No tenemos que pagar? - No, Cotilla. - ¿Cómo vas a casarte si no sabes negociar y llevar dinero a casa?

Unos minutos después, todos se peleaban contra todos por las mismas latas. ¡Y mira que había muchas!

Cuando el desbarajuste finalizó se fueron tan contentos llevando en las manos conservas, perfecta y ampliamente, caducadas. Algunas las había traído la Cotilla, recogidas del contenedor de basuras del super, hacía medio año o más. Fue bonito verificar como nos gusta lo gratuíto aunque no sirva para nada... ¿Reminiscencias de la Crisis? Vaya usted a saber.


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