lunes, 22 de abril de 2019

¡La Cotilla se vuelve loca!




La Cotilla no ha dejado rincón de la casa sin mirar y, gracias a ello, he encontrado un montón de cosas que creía perdidas para siempre: un paquete, empezado, de kleenex que perdí en 1989; un calcetín de cuando era pequeñita y lo usaba de talismán; los restos de un bocadillo de atún en el que quedó pintado el carmín de los labios que llevaba entonces... En fin, tesoros familiares que pensé, que nunca volvería a ver.

- ¡¿Dónde se esconde Pascual?! ¡Tengo que encontrarlo! - ¿Lo quiere para usted? jijijiijijijiji - Se trata de mi amor propio, boba de Coria ¡Es imposible que a mi se me escape algo y éste tío se me rebela! - La Cotilla estaba fuera de sí y corrió, llena de rabia y frustración, hacia el acuario y lo estrelló contra el suelo.

Me quedé a cuadros... ¡A cuadros! ¿Qué había hecho ésta loca? - ¡¡¡COTILLA!!!

- Seguiré rompiendo cosas hasta que salga Pascual. - Estaba fuera de sí y no atendía a razones. - ¡¡¡Pascuaaaaaal. Sal o le destrozo la casa a ésta inútil!!!

Mi única preocupación en esos momentos era saber qué le había pasado a Pascualita y que la Cotilla no la descubriera. - ¡Vaya a buscar la fregona y el cubo, maldita sea! ¡¡¡Y ya me está comprando otro acuario igualito a éste!!! - ¡¡¡JA!!!

La vecina, con ojos inyectados en sangre, bailaba una especie de danza de la lluvia sobre los cristales, el agua, las algas, el barco hundido y arena mojada. - ¡¡¡PAREEEEEEE!!! - ¡Así, bien picadito, muy picaditooooooo! ¡No traeré la fregona sino la escoba y la pala y ¡tooooooooda ésta porquería se ira a la basuraaaaaaaaaa!

Tenía que pararla como fuera y corrí a por la botella de chinchón. ¡Tenga, Cotilla. Tranquilícese! - Pero ella seguía a lo suyo: - ¡¡¡Que salga Pascual. Que salga Pascual. Que salga Pascual!!!

Daba vueltas sobre sí misma y en una de ellas, vi a Pascualita trepar por la espalda de la vecina que, eufórica como éstaba, no se enteraba de nada. En uno de los meneos del "baile" la sirena estuvo a punto de caer y ¡clavó sus dientecitos de tiburón en una de las orejas de la Cotilla! Entonces sí que "bailó" entre gritos, gemidos, lloriqueos y moqueos mil, de dolor.

Ahora duerme la mona ¿o tiene un coma etílico? después de beberse tooooda la botella de chinchón. Y Pascualita nada tranquila dentro del antiguo orinal de porcelana pintada que fue de la bisabuela de la Momia y le tocó en herencia hace ya muchos años.

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