sábado, 20 de abril de 2019

Vendavales, suma y sigue.



Me he pasado el día volando de acá para allá. ¡Ha sido una gozada! A ratos me sentía Peter Pan, o Wendy, incluso Campanilla. En este caso llevaba en la mano una campanita escandalosa que he tenido que guardar en un cajón porque los vecinos se han quejado. Que pielecita tan fina tienen algun@s...

No apetecía salir de casa con semejante vendaval pero al ir a por el pan, nada más abrir la puerta de la finca y poner un pie en la calle, el viento me ha llevado en volandas como tantas hojas de árbol que circulaban por los canales del aire.

En el mercado, para comprar las naranjas, me he sujetado a uno de los árboles de la plaza y el payés las ha metido en mi bolsa. Ya con éste peso he volado menos, iba a rás del suelo y no he podido entrar por el balcón sino, como siempre, por la escalera.

A comprar el pan me he llevado a Pascualita. Así ha podido experimentar la sensación de volar, que era la única que le faltaba para completar su educación vial: ya había probado la Tierra y el Mar, ahora ya conoce también el Aire. ¡Y le ha gustado!

Cuando se lo he contado a la abuela le han rechinado los dientes de envídia: "¡Imposible! en mi barrio no ha pasado nada de todo ésto. Y eso que estoy cerca del mar" - Pues en los barrios proletarios hemos volado ¡Y bien divertido que es! Ya se lo preguntarás a Pascualita.

Fue escuchar el nombre de su amiga y la abuela puso el grito en el cielo: - "¡Eres una irresponsable! ¡Pobrecita, podría haber muerto!" - ¿Por qué? - "¡Suerte ha tenido de que el viento no la haya estrellado contra un árbol!" - Ahí tienes razón. Yo también me podría haber muerto así... - "¡Hayá tú  que ya eres mayorcita pero Pascualita... es muy chiquitina, frágil, tan joven... " - ¿Joven? Ya no cumple los cuarenta mil años. - "¡No eres más tonta porque no te entrenas!" - ¡No me lo invento! Cuando nació ni siquiera existía la isla de Mallorca y mucho menos el turismo de masas.

Me colgó el teléfono con un golpe seco. Unos minutos después el rolls royce aparcaba en la parada del bus. Y la abuela ¡entró por el balcón! - A lo lejos oímos la voz de la Cotilla que llegaba volando. - ¡NO CERRÉIS LA PUERTA QUE VENGOOOOOOO!


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