lunes, 22 de julio de 2019

La abuela se busca la vida.

- ¿Dónde vas tan peripuesta, abuela? - "A ver al juez para pedirle que meta a Andresito en la cárcel de Urdangarín" - ¡¿Qué lo meta?! Será que lo deje libre... - "A éste no lo salva ni la caridad, pues, por lo menos, que me salga rentable." - ¿Cómo? (pregunté mientras una lágrima rodaba por mis mejillas hasta estamparse en el suelo) - "Le he leído la cartilla a tu abuelito: tiene que hacer amistad con Urdangarín y luego debe contarme lo que hace, las confidencias que tengan, etc, etc. En la puerta de la cárcel habrá periodistas a quienes pondré al corriente de todo, mediante un buen pago claro." - ¡¿No te da vergüenza?! - "¿Salir en el Hola? ¿En el programa de la Esteban? ¿En el telediario? ¡Tu estás tonta, boba de Coria! Ganaré mi buen dinerito porque tendré muchos gastos. No voy a salir en las fotos siempre con la misma ropa... ¿no?"

Mientras tomábamos chinchón on the rocks sentadas en la cocina, donde corre fresquito gracias al filtro del árbol de la calle, expresé lo que me reconcomía: - Nunca me has dicho si el abuelito llevaba mucho dinero negro cuando lo detuvieron. - "Unos buenos fajos de billetes de 500 euros. La peluca la tenía tan levantada como si la hubieran cardado... Estaba gracioso el hombre. A la momia le encantó. - ¡Que pena que no hayas sido mujer, hijo mío, porque el pelo así, sesentero, te sienta fenomenal. ¡Hasta su madre lo reconoció!"

- "El otro día, madre e hijo tuvieron una conversación telefónica en la que ella le expresó su deseo de visitarlo en la cárcel. - ¿Y cómo vas a venir? - ¡Con mis cubanitos culito-respingones y haremos una fiesta para celebrar que has estrenado tu nueva casa! Andresito se lo comentó al alcaide de la prisión rogándole, encarecidamente, que no la dejara pasar, pobrecita ¡Valiente hijo egoísta le ha tocado en suerte!" - Pues sí... ¿Otra copita, abuela?






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