domingo, 14 de julio de 2019

Un día accidentado.

Cuando he vuelto de la playa la Cotilla estaba trajinando en mi cocina. - ¡¿Se puede saber que está haciendo?! (pregunté a gritos, camino del cuarto de baño) - ¡Un potaje de garbanzos! - ¡¿Con éste calor?! - ¡No, boba de Coria. Con la olla exprés!

No fue hasta estar completamente enjabonada cuando empezó a sonar una alarma en mi cabeza... Era como si relacionara "olla exprés" con algo gordo... ¿Explosión , por ejemplo?... ¡De repente se me aclararon las ideas: ¡¡¡PASCUALITA VIVE AHORA EN LA PUÑETERA OLLA EXPRES!!!

Salí de la ducha y, tal como pisé las baldosas, me escurrí como si hubiese pisado una pastilla de jabón, solo que el jabón lo llevaba por todo el cuerpo. - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAH!!! (choqué contra el lavabo, ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAH!!!, reboté contra el water, ¡¡¡AAAAAAAAAAH!!! y salí por la ventana, que da, directamente, a un callejón estrecho que hay entre mi finca y la de al lado. Menos mal que hasta allí llega el ramaje del árbol de la calle. Pude sujetarme y quedé oscilando arriba y abajo, a derecha e izquierda. Tapada, solamente, por cuatro hojitas y lo que quedaba de espuma.

Hubo un revuelo de gorriones, algunos de los cuales se acercaron, cabreadísimos, a picarme por haberles dado un susto de muerte.

Cuando recuperé la voz llamé a la Cotilla. Lo malo es que la ventana del cuarto de baño y la de la cocina no están cercanas la una a la otra. Llamé, llamé y llamé pero solo conseguí que quienes pasaban por la acera levantaran la vista buscando de dónde salían las voces.

Se organizó un tumulto bajo el árbol: - ¿Eso son piernas? (preguntó alguien) - Tal como se mueven son de rana. - ¿Una rana tan grande? - Hoy en día está de moda tener animales exóticos en las casas. - ¡Ay, que asco! - Para mí que es un chimpancé... - Ya salió el entendido (observó otro "alguien") ¿No ve que no tiene pelo? - Vale. Pues será un bicho exótico, qué quiere que le diga. - Tonterías no. - Las tonterías las dice usted. - ¡A que le arreo un sopapo y hará palmas con las orejas! - ¡A que se lo arreo yo!

Mientras abajo se peleaban yo pensaba en Pascualita. ¿La habrá cocinado la Cotilla?... ¿Estarán buenos los garbanzos con sirena? ...

En éstas estaba cuando vi llegar a Blas el Parado con Bedulio. - Les llamé a grito pelado. - ¡Estoy en el árbol! ¡Aquí arriba! - Pero, lo único que conseguí fue escuchar: - Menos mal que el potaje lo hace la Cotilla. Si llega a ser la nieta no vengo ni loco. - Ni yo.

Algo me cayó en la cabeza. Furiosa, me enfrenté al gorrión: - ¡En cuanto suba a casa, saco la escoba y no dejo un nido en el árbol! - Pero no era un gorrión lo que patinaba por mi cara ¡Era Pascualita! Me sentí aliviada. Y ella también cuando, para no caer al vacío, clavó sus dientecitos de tiburón en mi nariz. ¡Ahora no puedo salir a la calle sin que me comparen con Dumbo!

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