jueves, 4 de julio de 2019

¿Quién me la paga?

A mis "admiradores" de la Tercera Edad les dije la pena que sentía teniendo que prescindir del gran acuario. - Pero si es un armatoste, bonita. - Lo sé... pero le había cogido cariño y mis plantas acuáticas eran felices en él. - Que cosas más bonicas dices... ¿A ver cómo haces ese meneíto pectoral? - Dejádlo ya. ¿No véis que estoy de capa caída? ¿Qué voy a hacer ahora con las algas? - ¡Tirarlas a la basura! (saltó la Cotilla que estaba ya hasta el moño de mi éxito entre sus compañeros)

- ¡¿Pero qué dice, mujer?! ¡Es Poseidonia! ¡El animal más grande del Mediterráneo! - No le hagáis caso que ésta, cuando trinca una botella de chinchón, no la deja hasta que la vacía. - ¡¡¡Cotillaaaaaa!!!

Al final ellos prometieron que buscarían un cacharro para tener la Poseidonia y me lo regalarían. Al quedarnos solas vacié una garrafa de agua de mar en la olla exprés y metí a la sirena dentro. Supongo que el chorrito de agua envenenada que me tiró al ojo sería por la rabia de haber perdido la gran capacidad de su última "casa"

¡La madre que parió a éste bicho! ahora no puedo salir de casa porque el ojo, convertido en ojón, ocupa más de la mitad de mi cara. Y llevo tres días encerrada, sin asomarme ni siquiera al balcón. Hago el menor ruído posible para que nadie me importune llamando al timbre ¡No quiero ver a nadie!

El cuarto día sentí que el techo caía sobre mi. Un ruido ensordecedor me despertó y reaccioné subiéndome a la lámpara. - ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOO!!! - gritaba, llena de espanto. El sonido se repitió varias veces hasta que un ¡¡¡PLAFFFFF!!! me anunció que había sido abatida la puerta de  la calle.

Salí al pasillo, atolondrada, con los ojos espantados, sobre todo el "envenenado" que levantó alaridos de pánico entre los vecinos, apelotonados en mi rellano. - ¡¡¡UN MONSTRUO!!! gritaron mientras corrían escaleras arriba y desaparecían en sus viviendas.

Pasmados estaban también los bomberos que se habían cargado la puerta a hachazos. Bedulio, blanco como la nieve, recibía asistencia médica para intentar que volviera en sí...

Mientras, uno de los bomberos de calendario me explicaba que los vecinos, seguros de que me había muerto y preocupados por la peste que mi cuerpo pudiera extender por la escalera, les llamaron con urgencia. - ¿Quién me pagará la puerta? - ¿Tiene novio? . No... - Pues usted.


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