domingo, 7 de julio de 2019

¡Que calor!

- ¿Has oído ese trueno, Pascualita? ... Ha sonado lejano... Las gaviotas están dando vueltas cerca del balcón ¿no se atreverán a entrar en casa? - Corrí a cerrar los cristales. - ¡Mira, ha caído una gota de agua! Tendremos tormenta de verano ¡Seguro!

Me he asomado a la ventana que da sobre el árbol de la calle. El pobre está un poco de capa caída porque tiene sed... Pobrecito.

He llenado un cubo de agua, dispuesta a hacer mi primera buena acción del día. Y lo he vaciado, de golpe, sobre el pobre platanero. Los pájaros que anidan en él han salido de estampida piando airadamente, como diciendo - ¡Ni en domingo nos dejan tranquilos! - Esto puedo entenderlo pero no el grito que surgió de las raíces del árbol. - ¡¡¡LA MADRE QUE TE PARIÓ!!!

Llamé a la abuela. - ¿Estamos en época de fenómenos paranormales? - "¿Crees que puedes despertarme de la siesta para preguntarme esa tontuna?" - Primero me mandas un huésped que se desmonta y ahora el árbol de la calle me ha gritado. - "Acabarás con camisa de fuerza, boba de Coria"

La llamada imperiosa del timbre me puso sobre aviso de que algo extraordinario iba a pasar. En el rellano estaba Bedulio echo una sopa. Calado hasta los huesos. Y con la libreta de las multas, mojada también, en la mano y en la otra un bolígrafo dispuesto para escribir.

- ¿Quién ha sido? - El árbol ha gritado... ¿Vienes para indagar eso, verdad? - ¡Has sido tú! - No, no. Ha sido el árbol y te confieso que me he quedado de una pieza. - ¡Tú has tirado el agua! - He hecho una obra de caridad. Estaba seco el pobre. - ¡Me has mojado a mi! - Mal echo por tú parte, egoísta. El agua era toda para el árbol, tu puedes tomarte una cerveza cuando no estés de servicio ¡¿No te da vergüenza? ¿Acaso no has oído decir nunca: Dad de beber al sediento?

Le cerré la puerta en las narices de la rabia que tenía. No tenía ningún derecho de quedarse con parte del agua para refrescarse. - Abrí de nuevo la puerta y le tiré, despectivamente, un abanico de propaganda. - ¡Abanícate con ésto y no quites a otros lo que es suyo!

Sentada en la salita, con una jarra de chinchón on the rocks a mano, Pascualia y Pepe sobre mi falda, les conté el episodio de egoísmo del Municipal y, antes de acabarlo, ya estábamos dormidos.


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