lunes, 1 de julio de 2019

¡Holaaaaaaa!

Estoy un poco pallá... esto de volver de las vacaciones es estresante, sobre todo por las mañanas que te levantas creyendo que estás en otro sitio ¡y es verdad! no estoy en Teruel sino en Palma. ¿Cómo no voy a tener la cabeza echa un lío?

Así estamos todas: la abuela, que ha ligado como nunca; la Cotilla, que no ha rascado bola porque la abuela la esclipsaba. No creo que en Teruel hayan visto nada igual desde antes de que el torico encogiera debido a un chaparrón veraniego exagerado.

La abuela, superminifalda al canto por aquello de los calores veraniegos, naturalmente llena de lentejuelas y plumas de la cabeza a los pies. Tanto es así que, yendo en el trenecillo que recorre la ciudad, tuvieron que pedirle que se cambiara de sitio para que el sol no le dieran tan de lleno porque la gente pensó que era una aparición de lo que deslumbraba. Y claro, con el gentío pegado al trenecillo y clamando para que "la señora Maravilla" intercediera ante los políticos: - ¡¡¡ A TI TE ESCUCHARAN !!! - para que nos arreglen los desguisado de turno el trenecillo no podía moverse.

La emoción del gentío era tan fuerte que, cuando pudieron ver que llevaba colgado al cuello el termo de los chinos, un lumbreras gritó: - ¡¡¡AHÍ LLEVA VINO BENDITO!!! - la multitud quiso beberlo para que se les curaran todos los males: reales e imaginarios.

Gracias a mis extraordinarios reflejos, conseguí arrancarlo de un tirón antes de que llegaran a colgerlo. Menos mal porque, vino no había pero estaba ¡Pascualita! flotando en agua de mar.

La abuela se emperró en traérla con nosotros y me tocó a mi ser la encargada de transportar las garrafas de agua de mar, de casa al avión y de allí, hasta Teruel. Hubo momentos tensos, como el que acabo de contar o como cuando algunos, llevados por el calor, quisieron robármelas para refrescarse. Afortunadamente solo tuve que recurrir a la sirena una vez porque el tipo se puso agresivo. En esos momentos Pascualita iba en plan broche, en la solapa de la abuela. Se la tiré a la cara del acalorado y segundos después gritaba como un condenado.

Hay que ver cómo disfruta la sirena con estas cosas.

Caminando por las calles de Teruel en busca de manteca para hacer crespells, nos dimos de bruces con Cristina y Ana. Preguntaron por la abuela: - Es aquello que reluce junto a la fuente del Torico. - respondí.- ¿Y Pascualita? - ¿Quién?... No sé de que habláis... - Sí, mujer (dijo la Cotilla) deben referirse a Pascual, el q.u.e.r.i.d.o. de tu abuela (y se le notó un deje envidioso en la voz) - No - dijo una de ellas. - Pregunto por el Alien. - Desde entonces estoy en shock.

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